martes, 29 de marzo de 2011

Las cosas por su nombre

Me gustan las palabras tanto como el rigor a la hora de usarlas, y me llama mucho la atención lo mal entendidos que se tienen algunos conceptos. Hoy le toca a la sinceridad, cuyo significado está, a estas alturas, deformado y pervertido, y es el arma que usan algunos para decirte a la cara, sin tacto ni asertividad, que lo que llevas puesto te hace forma de tinaja o que tu curro o lo que sea que has hecho es una mierda. Me molesta, sobre todo, que después de soltarte estas bocanadas de mala leche concluyan con algo así como ''yo es que soy muy sincero y te lo tenía que decir''. Mira no, me van a perdonar pero no. Eso es hacer un uso de la sinceridad cabrón y en pro de algo que en estos casos no existe, que es querer bien.
La sinceridad, como concepto más amplio que el de simple insulto disfrazado, es mucho más que una crítica a pelo y bajo la coartada de ser transparentes, que de tan transparentes algunos van cegando con los cantos. Sinceridad significa (momento R.A.E) ''expresarse libre de fingimiento'' (que no de buen gusto y tacto). Esto implica valentía y seguridad suficiente en lo que se dice como para no necesitar excusas (nombre educado que, en este contexto, reciben las trolas más infames). Por eso hay que usar la sinceridad cuando toca, con propiedad y rigor, que es cuando realmente cuesta. Porque a veces cuesta, y mucho.
Me refiero a momentos como cuando un extraño, alguien a quien aún conoces poco o alguien comprometedor te pide el Facebook. Qué papelón. ¿Qué hacer? Yo digo no, clarito y clarinete, y si me preguntan por qué, me explico: ''pues mira, porque es privado, te conozco poco y en mi Facebook procuro tener personas con quien comparto algo, confianza para empezar.'' Y punto. Con esto, consigo conservar mi privacidad (o mis manías, llámalo como quieras) y, además, lo hago sin decir nada ofensivo, aunque no todo el mundo se lo toma bien. Precisamente porque no todos lo encajan bien, muchos de los que se encuentran en esta tesitura optan por pringar o trolar, una de dos, y esto lleva a situaciones como darle el Facebook y cagarte en todo por tener ese pegote en tu lista de amigos; estirar al máximo el tiempo de aceptación de la solicitud,  o bien inventarte mentiras como ''ah no, es que lo miro muy poco yo el Facebook'', o ''me voy a quitar ya mismo''. Otra variante son los que optan por ampararse en los misterios de la informática, esa gran aliada: ''uy, no me funciona bien, no me deja aceptar más amigos'' y cosas por el estilo.

Te invitan a algo que te da una pereza de la muerte y que es una especie de ''compromiso'' (otra gran palabra mal entendida). ''Oye, que es el cumpleaños de Alfonso y hacemos cenita y regalo entre todos. Te apuntas ¿no?''. Resulta que tú con el tal Alfonso tienes una relación justa, cordial, de simpatía, algún desayuno con el resto de compañeros...y ya. Pero como aparentemente hay un ''compromiso'' que te impide actuar con franqueza, te pulen 70 € del ala con el Alfonso de marras: 15 € para el regalo y 55 € de cena y copas...mínimo.
Yo me harté en su momento de las ''ceniquis'' las ''fiestukis'' y los regalos grupales de los huevos, porque son un invento del diablo y decidí no pasar más por este aro que se mantiene en el tiempo bajo el absurdo comovoyadecirqueno. Pues mira, así: ''Mira, yo no voy a venir ni voy a colaborar en el regalo porque apenas lo conozco, sinceramente (aquí sí), y creo que estaré un poco fuera de lugar en esa cena. Pero en cualquier caso, gracias por invitarme''. Gracias tu padre, en realidad, porque me invitabas para hacer bulto que y el regalo os saliera mas barato, malandrín... Pero bueno, en cualquier caso, esta es una manera sincera y educada de declinar una invitación que te va a dejar tieso y que no te aportará nada.
Puedo jurar que, practicando esto, no ha habido ninguna catástrofe a escala mundial tras decirlo, sigo teniendo amigos y mi bilis descansa tranquila. ¿Qué me ahorro? 70 pavos  (que me gastaré en mis cosas) y un cabreo en mi casa mientras me visto para la cena, encabritada y protestando porque no quiero ir. ¿Qué me gano? Probablemente alguna mirada de reprobación por parte de algún compañero que me tilde de roñas. Pero bueno, ya he dicho que ser sincero y actuar en consecuencia implica valentía, que es de lo que carece el compañero de curro bobalicón que te mira mal porque vas a hacer lo que el querría, ahorrarse pasta y quedarse en casa tan ricamente.

Una cosa que me hace mucha gracia es esta manía de creer que hay que dar una explicación, cuanto más detallada mejor, para justificar una decisión o una respuesta. La excusa, vaya. Cuanta más información ofrezcas, además, parece que cala más hondo, es más creíble y tu culo está más a salvo. ''Oye, la semana que viene hacemos una barbacoa todos, que hace un montón que no nos reunimos, y tal…''. A ti te apetece un carajo la barbacoa, pero vuelve otra vez el fantasma del comodigoqueno. Así que se abren ante ti dos caminos: a) decir: ''ay pues mira, no me apetece mucho. A la próxima si estoy con ganas me uno''. Y punto. O bien, b) decir: ''ostiaaaa, que putadaaa, pero es que no puedo porque tengo una comida con mis suegros, que pobres lo están pasando mal porque plis y porque plas, y claro, no les voy a hacer el feo de no ir porque tampoco están para muchas fiestas, sabes? Pero a la próxima si hacéis voy fijo, tío, no me la pierdo!''. Maldito bellaco. Luego pasa que, por imprevistos, se cambia la fecha de la barbacoa y acabas pringando costillitas en mano, porque o bien tu fantasía y tus reflejos no dan para tanto cuando toca inventarse otro compromiso, o bien porque una excusa peliculera vol.2 canta marisqueramente.
Decir que no te apetece y punto no es ningún delito ni es ofensivo. Solo es sincero, sin más. Y el mismo derecho tiene uno de proponer planes como lo tiene el otro de decir 'no gracias'. Pero no, se opta antes por hacer un despliegue de imaginación y contar vida y milagros de la familia política o por inventarse un peliculón de sobremesa antes de decir lo que hay.

Y es curioso porque, normalmente, el género del peliculón que uno se inventa no es cualquiera, sino que siempre es drama y del duro. De la misma manera que Rambo cuando no tiene metralleta mata con puñal, cuando uno no tiene capacidad para ser honesto y valiente tiene otra arma (cutre pero funcional al fin y al cabo) que es la capacidad de dar pena. Seh. Si tu no quieres decir la verdad para que no se enfade nadie pero no quieres que insistan, nada como una excusa lastimera para ahorrarte la pesadilla del ''venga vaaaaa, veeeeen'' o el cabreo del otro. Entonces, para evitar eso, tu coartada tiene que ser algo así como: ''no, es que operan a mi abuelo y no podré venir, porque el pobre está mal y queremos estar todos con él''. Respuesta inmediata del insistidor: ''hostias tío, pues nada, que vaya todo bien...''. Y aquí se acaba el tema. ¡Ruin, que eres un ruin!. Variante dos: ''no tío, no puedo hacerte el favor porque es que estoy con un virus estomacal desde hace una semana, que no he ido ni a trabajar, y estoy que ya vomito sangre....'' Respuesta: ''hostiaaaaa neeen, pues cuidate mucho eh? Venga no te molesto...''. Y te dejan tranquilo, claro... ¡Vil! ¡Que eres vil!
Dar el cambiazo ofreciendo fantasía compasiva en lugar de sinceridad es un clásico. Y es que, generalmente, la gente es cobarde y sabe que ante la compasión no hay opción para el cabreo. Si consigues darle pena a tu oponente estás salvado, porque no se puede enfadar. El cabreo ajeno es una de las cosas que peor lleva el ser humano. No soportamos que alguien se enfade con nosotros, porque nos carcome, nos inquieta, nos ataca a la mala conciencia y, en su fase final, nos cabrea. Enfadarse porque hay otro enfadado con uno es un grandísimo bucle, al que no se llegaría si se tuviese la suficiente madurez para decir la verdad sin tanta excusa y se hiciera un uso literal de la sinceridad. Pero eso ya implica ser rigurosos con el lenguaje.

martes, 22 de marzo de 2011

Mala gente

¿Qué diferencia hay entre un perro y un gato? Dejando de lado las evidentes, de tipo morfológicas y de especie, hay una cosa que los separa aún mas: la dignidad.
Los gatos y sus dueños mantienen una especie de pacto tácito que consiste en tunometoquesloshuevos y yonotetocolostuyos. Eso significa: tú no me disfrazas con trajes que serían humillantes hasta para un Ken, y yo no te dejo el sofá como una chaqueta india de flecos. O tú no me compras ni me pones chubasqueritos Louis Vuiton, y yo meo en mi caja y no te mareo con pipis a deshoras. Una firmita por aquí, hala,y ya tenemos el contrato vital con el que unos conservan el amor propio y otros dejan de gastarse pastizales en estupideces.
Este es un pacto al que, lamentablemente, perros pequeños y amos aún no han llegado. Nótese la distinción entre ''perros'' y ''perros pequeños'', porque es evidente que no hay pelotas de ponerle un chubasquero a un Rottweiler o un jerseicito de cuadros una mole como el San Bernardo.
Con el mito de que los gatos son ariscos, son muy independientes, van a lo suyo, etc, han conseguido conservar dos cosas muy importantes para cualquier especie: respeto y dignidad. Como son rancios por naturaleza y déjalo que a los gatos no les gusta que les moleste, se les respeta y no se les toca mucho las pelotas. Yo no he visto nunca a nadie que le compre abriguitos, collares de perlas, lacitos, diademitas y demás mierdas a un gato. Los gatos van en bolas, en bolas y a su bola. Han sabido crearse una leyenda de chungos que les evita humillaciones.
A los perros pequeños, pobres desamparados, con la broma que son falderos, que son fieles y que necesitan mucha atención, se les putea como a nadie. Estas criaturas no han sido tan listas en lo que a branding se refiere, y no han sabido inventarse una imagen de marca que les posicione y les aporte ventajas.
Yo he visto perros disfrazados por la calle de maneras que nadie creería. Lo que viene a continuación está basado en hechos reales y cualquier parecido con la realidad no es parecido, es tal cual lo cuento:
- el perro con botas: calle Aragón con Cartajena, 8:30 de la mañana y 20 motos paradas en un paso de cebra esperando el verde del semáforo. Por la derecha se dispone a pasar una señora Encarna, con chándal abrigo y zapatillas, que llevaba a su Chuqui (o Puqui o Muqui o Goofy, da igual) con 4 botitas rojas con lazos y un andar....digámosle peculiar. El look de Encarna ya dice poco de su buen gusto a la hora elegir indumentaria, cierto. Pero...¿era necesario avergonzar al perrito, Encarna? ¿No cree que Chuqui tiene derecho a pasear sin parecer el miembro tonto de los Trotamúsicos? Se podría suponer que igual las botitas cumplían una misión de protección, como esas campanas que se les pone en la cabeza cuando se les opera de algo. Pero no señores, este supuesto se va a la mierda cuando una  servidora se da cuenta que las botitas de marras eran de terciopelo y con algún adorno que no alcancé a distinguir. Conclusión: señora Encarna, es usted una mala persona. Por humilladora.
- Un perrito con visera. ¿Qué te parece? Tengo un testigo que puede corroborar esta estampa, conste. Esto se dio en un chiringuito de playa guayón en una isla griega en el que paramos, una amiga y yo, a repostar un rato. Llamamos al camarero y, detrás suyo, vemos que avanza una señora-momia de edad y apariencia similares a Zsa Zsa Gabor, con un perrito blanco metido en su bolsa de la playa y decorado con una mierdi-visera verde. Visera verde, amigo, como las de esos contables antiguos de las pelis que usaban visera y manguitos. ¿Es acaso su perro, momia enjoyada, contable o croupier? ¿es que la visera verde le hace conjunto al animalito con el bolso y los taconcitos que también lleva puestos y que gracias al Señor no vemos? Por dios... Señora Zsa Zsa, es usted una mala persona también. Por ridiculizadora.
- La funda choped. Esta forma de tortura la vi ayer, justamente. Voy por la calle en modo recados y veo, delante mío, la siguiente aberración: perrito de raza X al que habían abrigado con una especie de funda-silla-de-montar-abrigo de algún material similar a la lana. Como éste hay muchos, si, pero es que a este pobre animalico, la funda le venía mal, le iba rara, le tiraba de sisa, le quedaba apretada y le hacía andar raro. ¿Sabes cuando te agarran para una conga y te toca bailar esa abominación de coreografía pierna-derecha- arriba-hey pierna- izquierda-arriba-hey? Pues ese perrito hacía la misma pinta que al que le toca pringar el último en la conga, que es el único que no tiene nadie que le tape la retaguardia y queda al aire todo ese repertorio de gestos ridículos. Señores dueños del perrito conga: si todos sabemos que unas bragas/gallumbos cortos de tiro son un tormento, imagínense si encima vas enseñándolos por la calle y no tienes manos para apartártelos cuando se te meten por el culo. Son ustedes mala gente. Y punto.

¿A qué viene esta moda del perro tunning? Por la tele salen incluso con cazadoras de piel estilo motero o con gorritas ridículas a modo hip hop. ¿Qué será lo próximo? ¿Pircings? ¿Algún alerón arodinámico? Va hombre va... es un perro, no un coleccionable al que vestir tan ridículamente como va el amo, por Dior!
Yo no he visto nunca ni gatos así de puteados ni dueños de gatos con malas ideas como éstas, lo que me hace pensar que expresiones como ''qué vida de perros'' o que te hagan ''perrerías'' tienen su razón de ser. El perro será el mejor amigo del hombre, pero a la inversa me da a mí que no funciona el refrán. Manda huevos... 

lunes, 21 de marzo de 2011

Si te pico no me acuerdo

(mooooooooooooooccckk)
- ¿Siiii?
- ¡Yo!
- !Te abro!
diálogos mendrugueros como este son los que, imagino, dieron origen a avances tecnológicos tipo programa de reconocimiento de voz y cosas por el estilo. Porque vamos, si no, no me explico de qué otra manera pudo haberse inspirado el inventor.

¿Cómo es posible que desde el nacimiento del interfono, no se haya cambiado nunca esta fórmula de apertura de portales? ¿Se puede decir algo más insensato y con menos funcionalidad? ¿Hay alguna respuesta más imbécil que ''yo'', a la pregunta, rara a la par que poco eficaz, compuesta por un simple ''sí''? Es de ser bobacos... Pero, si lo pienso, es muy difícil encontrarle otra variante a la cuestión del picar porque, de tan integrado que lo tenemos, cualquier otra solución es más ridícula, si cabe, que la anterior.
Para empezar, preguntar con un ''¿sí?'' es tan útil como decir ''¿agapornio?'' o ''¿cachalote?''. Y me paro a pensar: ¿por qué se usa el ''sí'' en tono pregunta siempre que tenemos un teléfono en la mano? ¿Va con el aparato? ¿Es uno de esos fenómenos Pavlov estímulo-respuesta que hace que, a la que un ser humano agarra un auricular sonante, conteste preguntando automáticamente con un ''si''? ¿Si, qué? A ver, si lo que se quiere es información, existen fórmulas mucho mejores y que igual dan mejor resultado. Así a bote pronto....se podría preguntar, por ejemplo ''¿Quién es?''. Es directa, sencilla, fácil de recordar y va de un tírón al asunto que nos ocupa: obligar al otro a identificarse y saber quién carajo pica al interfono.
Al interfono no se llama, se pica. Porque nos molesta. ¿Es necesario que todos los timbres de interfonos suenen tan mal? ¿No hay otra manera de llamar nuestra atención que dando rabia con ese ruido de mierda que, además, tiene la habilidad de pegarte unos sustos del copón? (nota mental: escribir queja a Telefonillos de España). Lo curioso es que cuando pica alguien a quien no se espera, se da siempre la misma secuencia: 1- susto; 2- pregunta al aire: ''oix, ¿quien coño es?''; 3- (auricular en mano)''¿sí?''. ¿Por que cuando uno agarra el auricular no se le ocurre usar la frase que acaba de formular en punto 2? ¡Si ya lo teníamos! No lo entiendo.
En cualquier caso, lo que me mata a mi es la necedad del contestante al interfono:''¡Yo!''. Boh gracias, chaval. Con todo el ruido que hay en calle de personas tráfico y ambulancias, ¿no has encontrado palabra más corta que pudieras usar para identificarte? ¿Te has propuesto acaso poner a prueba mi capacidad para reconocer sonidos casi imperceptibles al oído humano? Podrías probar con un silbato para perros, a ver si también lo oigo. O ya puestos, podrías decir ''ñu'' o ''je'' porque, al fin y al cabo, duran lo mismo y me dan la misma información que ''yo'': ninguna, chato.
Mi teoría es que decimos ''yo'' porque nos suena rarísimo decir nuestro propio nombre a una placa metálica, en la calle, solos, y medio gritando. Y nos suena más raro aún cuando la persona a quien picas es de confianza. Tú dices ''soy Eugenio'' cuando no te conocen, cuando llamas al timbre de alguien con quien aún tienes poco trato. Pero decirle a tu madre o tus colegas, vía telefonillo, ''soy Eugenio'' es raro, como impersonal. El ''yo'' nos reafirma, nos da una posición de confianza en el grupo y, seguramente, es la razón por la que decimos todos lo mismo.
Decimos lo mismo y hacemos lo mismo. Porque si hay un gesto común en todos los portales del mundo es el de hablarle al interfono como si hablases con Dios: amorrado a las rayitas del altavoz y mirando hacia ninguna parte. ¿Tan desagradable es mirar las teclas de cerca? Si no eres de este tipo, eres entonces de los que mira abajo, a tus pies, como avergonzándote de estar picando. Es imposible picar a un interfono y que tu columna y tu nuca sigan alineadas.
Y también es imposible no tener ansias por entrar. Picar a un portal es una situación que nos da como corte y que preferimos no alargar mucho, porque estás solo, expuesto a la vista de todos con tu posición rara y vas loco por entrar en zona segura. De ahí que cuando te dicen ''!te abro''! (gran anuncio también,) y oyes el casi imperceptible sonido ''riiiiiiiiiitttttt'' del mecanismo , tu vas y empujas vikingamente, como para derribarla. ¿Por qué? Porque todo el mundo vive ese momento con ansiedad y tu cebrero te dice ''¡cooorreee y dale fuerteeeeeee!'' porque, como no abras, tendrás que hacer algo muy cabreante: volver a picar. Iiisssssh, como jode. A mi, particularmente, me cabrea mucho que no me de tiempo a entrar y me sulfura esa manía que tienen algunos de darle al botoncito de abrir sólo tres nanosegundos. ¿Acaso tu botón está en llamas y es por eso que no puedes tocarlo más de un segundo, cabronazo? ¡Aprietaaaaaaa hombre!
Una vez a salvo en el portal, nadie se libra tampoco de la siguiente pantalla: la mirilla. Qué inventazo y cuánto juego da. Ante la mirilla, según mi estudio, hay dos posturas universales con sus actitudes correspondientes: a- vista al frente, inmóvil, brazos cayendo a ambos lados del cuerpo, barbilla ligeramente levantada y globos oculares moviéndose alternativamente del lado superior derecho, al lado superior izquierdo, como repasando con la vista el marco de la puerta y b- cabeza mirando al suelo, mostrando la coronilla al público, cuerpo un poco inclinado hacia adelante ligeramente en diagonal y sostenido por un brazo que se apoya en el marco de la puerta, a modo cuña.
En la vida me he encontrado con una escena distinta, y puedo asegurar que llevo años contemplando desde el agujerito de la puerta esta tradición postural universal.
La mirilla es una gran invento, no solo para usarla por precaución sino también por diversión. El hecho de saber que te pueden mirar sin que te des cuenta, y encima con forma de ojo de pez , es inquietante (¿es necesario que veas a la gente como si se mirasen en el reverso de una cuchara? Plataforma pro mirillas que no nos deformen).
Mi puerta está al lado del ascensor, con lo cual tengo un tiro de cámara cojonudo para mirar lo que hace la gente mientras espera. Y, curiosamente, eligen mayoritariamente la primera posición, la militar barbilla arriba. Algunos optan por examinarme la puerta, como analizando el tipo de madera que he elegido o la calidad del tirador dorado y redondo que le ponen los fabricantes de puertas. Pero este grupo es minoría, son los que rompen estadísticas. Como todo en la vida, siempre tiene que haber pioneros.

jueves, 17 de marzo de 2011

El plomo pesa por algo

¿Y tú que sabes de España? Pues mira: paella, siesta, playa, torero, tortilla... Qué equivocados que están los guiris. Si hay algo típicamente español, de toda la vida y en cualquier parte del país, es la insistencia. Llámalo insistencia, llámalo pesadez. Somos pesados. Las madres son los grandes referentes siempre de esta característica tan general, pero no son las únicas y ya es hora de que se haga justicia.
Como yo creo que todo (o casi) tiene una finalidad, estoy convencida que si somos así de pesados, es porque necesitamos paz interior. Insistimos, preguntamos y volvemos a preguntar porque, si no, como que no te quedas tranquilo.
Tu vas a cenar a casa de alguien (familiar o no, madre o no) y no hay casa en la que no se pregunte si quieres algo más o si te has quedado con hambre. Y no una vez. Cienes y cienes de veces. ¿Quieres algo más? ¿Te gusta esto? ''Si''. Si no te gusta te hago otra cosa ¿eh? Uiii, no te ha gustado mucho... ''Que sí''. ¿Seguro? ¿Te hago un huevo frito? (el copyright de esto sí lo tienen las madres y las abuelas de cada casa). ''No, no, gracias, no quiero nada más, estoy bien''. ¿Seguro que no quieres nada? ¿Y postre? ¿Una naranja? ¿Una mandarina? Tengo piña en almíbar también... Y daleeeeeeeeeeee, ¡por amor del cielo! Hay que pelearse, casi, para que el otro se quede tranquilo y te deje de insistir. Y cuando ya estás hasta los mismísimos de decir que no a todos los menús paralelos, platos improvisados y postres con calzador, o bien la otra persona logra su paz de espíritu, o bien te remata con un: ''bueeeeeno, pues nada, yo ya más, no te puedo ofrecer''. Con lo que tú concluyes: que pesada es la gente, macho.

Otra posible intención oculta detrás de tanta pesadilla es la de ganarse un amigo. En tu entorno hay alguien que tiene que hacer una dieta, porque tiene el corazón al borde de la huelga como se meta una chistorra más, porque está con alguna movida médica que le obliga a llevar un régimen especial o porque necesita perder peso y todo lo que empiece por choco- y acabe en -late es el enemigo. Pues siempre está el tonto de turno que cree que tentando la voluntad del otro demuestra camaradería y se gana un amigo, cuando lo que consigue en realidad es que el tentado, pobre, sude sangre con cada 'No' que dice. ''¿No quieres un poquito de morcilla? ¿Seguro? Con lo que te gusta a ti la morcilla ¿me vas a hacer el feo? Venga va, que no se lo digo a las enfermeras....'' ¡Bravo majo!. ¿No quieres un bombón? ¿Seguro? Por uno no te va a pasar nada, hombre... ¡Si te encantan! Venga va, toma, no seas tonto...''. Y hala, ahí lo tienes al mamonazo con la tortura disfrazada de complicidad. Y, como insistente que es, no te lo ofrece una vez. El tío se queda ahí rato y rato atrapado con la morcilla de marras o el bombón de los huevos y, hasta que no se le pasa la pajarraca de querer ser más amigo tuyo, no para.
Otro de los objetivos de la insistencia mamporrera es el de demostrar cariño e interés. Situación: hoy se sale, se ha quedado para cenar, somos diecinueve, que ilusión, que risas, ya verás tu. Cena ,copas y el fatídico e inevitable traslado al local donde se acaba la noche (nótese que digo 'se acaba', porque de ahí sale uno así, acabado). Pues siempre hay algún esquirol que, durante el traslado de un sitio a otro, dice que se va. Pues esto, que podría ser un trámite ligero, nos lleva, como mínimo, cuarenta minutos de curda tunera en la calle no haciendo nada más que insistir. (Pónganle la entonación correspondiente a 3,5º de alcohol en sangre): ''Ya te vaaaaaaaaaaaas? Ala tio nooooO! ¿Por queeeeee? Venga venteeeeeeeee''. ''No no, en serio, me voy que mañana trabajo''. ''Nooooo, tioooo, que putadaaaaa! ¡Pues ves a currar sin dormir!'' (consejo ofrecido por el tunante pero cumplidor). ''No tio, sin dormir no que no puedo''. ''Joodeeeeer, tioooooo, pues llama y dí que estás enfermo'' (sugerencia apuntada por el crápula rey del escaqueo).''Que no puedo hacer eso tío, que no, que me voy''. ''Vengaaaaa, vente haces una copa y te piras'' (esto lo dice el ingenuo que aún se cree que existen los cubatas de despedida formal). Y el pobre chico que se quiere ir se queda ahí, de pie en la calle, paciente y a la espera de la siguiente embestida: la de la chica extraña (papel que hemos desempeñado varias y en varias ocasiones). Me explico: tu estás con tu grupo de colegas hablando justo delante del bar del que os han echado, o bien asistiendo a la misma escena de despedida eterna de algún miembro de tu panda, o bien con el debate 'bueno a dónde vamos'. Y mientras estás ahí a lo tuyo, se te acerca uno de los gañanes del otro grupo (el de la resistencia hostil) que te dice: ''¡oyee, ven, dile a mi amigo que no se vaya, anda...! ''.Y tu, ya sea por solidaridad de borrachera o porque no das crédito a lo insólito de la proposición, te giras y le dices: ''oye, que dice tu amigo que no te vayas. Quédate hombre'' .Y abres, así, la fase dos de la insistencia: ''venga tiooooooooo, que te lo dice ellaaaaa, ya te vaaaleee''.
Esto puede ser que acabe aquí, o que siga con una tercera fase: el boicot. Esta etapa se desarrolla en función de cada grupo con artimañas cutres que van desde putearlo de camino al taxi cantándole y gritándole cosas con el lo-lo-lo-loooo de fondo, esconderle las llaves del coche,  cogerle el móvil o abrazarlo a lo burrote, como último cartucho de arrastre. Y ¿por qué se hace esto? Porque si no insistimos parece que lo queramos menos, así que decidimos demostrarle amor jodiéndole media hora de sueño para que al día siguiente se acuerde de nuestra casta mientras trabaja de resaca.
Si no insistes, parece que te da igual el otro.  Es inconcebible que después del ''yo me retiro,que mañana trabajo'' lo siguiente sea: ''vale tio, que descanses!'' . O que después del ''quieres algo más'' tu digas ''no'', y se haga el silencio... Ai silencio, divino tesoro.

lunes, 14 de marzo de 2011

Cuarto cuarta

Vuelvo a casa dando un paseo por mi barrio, medio empanada la otra tarde, cuando me encuentro por sorpresa la estampa clásica y aún en vigor de cualquier edificio: la reunión de vecinos, exponente máximo del aburrimiento colectivo. La escalera de la que hablo era ya en sí, oscura, dándole a la escena un aire lúgubre extra que, si lo sumas a las caras avinagradas de los concurrentes, te ponía la nuca como a los gatos. ¡Iissssh!

Las reuniones de vecinos son una de las grandes emboscadas que se puede encontrar uno al volver del curro. Porque, pese a que te mandan una carta informándote de la convocatoria, uno no se acuerda nunca de que hay reunión. Entonces pasa que vuelves de trabajar, generalmente después de un día regulero y, al llegar a casa, te dicen: ¡no te cambies que hay reunión de vecinos! (el otro generalmente se ha buscado la coartada del chandal/pijama y las zapatillas, que son dos de las prendas de ropa que más cuesta quitarse en el mundo una vez puestas, ya sea por la mañana para ir a trabajar o por la noche cuando te llaman para salir). El caso es que al de la emboscada lo han pillado a traición y, con el peso del mundo sobre sus hombros, se vuelve para abajo, taciturno y con tantas ganas de reunirse frente a los buzones como de volver a currar mañana.
Y ahí se encuentra uno el akelarre vecinal que, como el 98% de comunidades, tiene los siguientes elementos en común:
- Formación en círculo. No he visto yo reunión de vecinos, con otra forma de colocarse que no sea a modo sardana. Una formación en escuadrón o en fila india no tendría mucho sentido, vale, pero ¿no hay más formas cómodas para hablar en grupo? Modo aula, por ejemplo, no sería una mala idea. Pues no, porque para eso haría falta que alguien incorporase un elemento siempre ausente:¡ las sillas!. Con lo que duran algunas reuniones, lo a disgusto que vamos todos y la mala hora de cansancio extremo en que se hacen, no entiendo como a nadie se le ocurre bajarse una sillita. Igual así mejoraría un poco la escena, que entre las malas caras, el popupurri de estilismos y lo lúgubre del tema, aquello parece una partida de El Cluedo.
-Señor con papeles: generalmente es el administrador de la finca. ¿Alguien ha visto alguno guapo? Yo, jamás. Generalmente está tan aburrido y cansado como el resto de componentes del cónclave. Se le reconoce por llevar traje gris-ocre, papeles con el orden del día de las cosas aburridas a tratar, y por estar tan cansado o más que tú de oír al Benito del entresuelo que protesta por lo caro que sale limpiar las uralitas. No se le conoce más vida que esa.
-Los estilismos. Realmente, solo hay una cosa que nos motiva de verdad a la hora de asistir a un claustro vecinal: verle las zapatillas al otro. ¡Aha! Dime qué calzas y te diré como tienes la casa (la gran incógnita que todos queríamos resolver). Esa es tu oportunidad. Porque frente al pudor de algunos de bajar en chandal-pijama, está la huevera que tienen otros de bajar con lo que llevan puesto o, en su defecto, un apaño peor: el cóctel ropamierdadestarporcasa+ algo decente de calle + zapatillas. Y es gracias a estas personas que se atreven a lucir estos combinados, que las conversaciones sobre derramas (ue!) bajantes (oe!) cierren la puerta al salir (oe!) y telefonillo nuevo (ue!) se pasan un poco mejor.

A estas alturas de la vida, y sabiendo que la mayoría tenemos los mismos problemas con los vecinos, yo propongo que en lugar de todo ese temario soporífero y que encima cuesta una pasta, el orden del día repase los puntos que SI importan y que, seguro, cuestan menos pasta al año:
- ¿En qué piso vive el niño llorón mamón que relincha de rabia y  a quien ni siquera sus propios padres atienden porque no soportan? Indíquese nombre apellidos piso y puerta para proceder a quemar el Welcome de esparto de la puerta.
- ¿Quién es el cabrón que cocina ese pescado radioactivo que me deja las sábanas que tengo tendidas con una peste a revanío- antiguo-sedimentos que, cuando las recojo, parece que tengo en las manos un envoltorio de momia de muchísimo antes de Cristo?
- ¿Cuánto hay que poner por persona para que dejen eunuco al gato salido que se pasa el día y la noche miau parriba miau pabajo?
- ¿Dónde puedo pasar a recoger la puta canica de tamaño de un balón de reglamento que a mi vecina se le cae cada noche y que rueda, concretamente, desde su comedor hasta mi recibidor sin que ningún objeto la pare?¿Su casa hace pendiente o cómo va?

Una vez resueltas esas tres cuestiones, se procedería entonces a tratar el último punto del orden del día que es lo que, a parte de un piso en la finca, tenemos todos los asistentes en común: santas ganas de irnos pa'casa.

viernes, 11 de marzo de 2011

Cuarto y mitá


Tengo que ir al súper esta tarde y ya estoy dándole vueltas a la ruta que me optimice la gestión ahorrándome tiempo y pasos andados. Porque, no sé si me pasa sólo a mi, pero yo aún no he encontrado el súper que lo tenga todo y que me evite tener que hacer el Gran Prix de la compra.
El que tiene la marca de tostadas que me gusta, no tiene la leche que yo necesito (y digo necesito porque es sin lactosa, no por capricho de marca, ojo). El que tiene la parte de champús y cremas que da gusto, no tiene la verdura a granel, y no se plantean que, si los tomates vienen en paquetes de doce quilos, las familias unipersonales estamos comiendo salsa boloñesa, sopa de tomate, ensalada de tomate, tomates rellenos, pan con tomate, sanfaina, salsa napolitana, tomate a bocados, tomate por la vena... hasta fallecer. Esto, en caso que puedas comerte toda esa cantidad y no crees vida salvaje en tu nevera, con la de semanas que pueden durar doce quilos de una misma cosa.
El súper que tiene las cajeras simpáticas y eficientes, tiene unos cesti-carros que más que ruedas parece que lleven la llanta viva o que te esté persiguiendo una manada de cerdos salvajes por todos los pasillos, jjjjuiiIIIiiii, juuuuiiiiiiii, juuuuuiiiiii... joder.
Total que, con la broma, tengo que ir a tres súpers distintos: el que tiene un 80% de las cosas que me gustan pero que me cae lejos y, si vengo cargada con toda la compra, parece que esté pagando penintencia por una promesa hecha a Santa Brígida; el que me cae cerca, tiene la sección de leches insuficiente y una cajera zumbada con voz de niña que comenta toda tu compra tal y como la pasa por el lector. Y el que me cae lejos como para tener que ir en moto, y que tiene unas pijaditas que sólo encuentro ahí pero que, para conseguirlas, tengo que hacer cola en la caja como si esperase turno en una butifarrada popular.

Pese a las diferencias en lo que a productos se refiere, me he dado cuenta que hay cosas que son iguales en todos los súpers. Lo primero es la lechuga decorativa de todos los carros. Pasan los años y siguen poniéndolas, tu. Yo no he visto aún ningún anuncio clasificado donde aparezcan las vacantes de Reponedores de Trozos de Lechuga chonía para carros y cestas, pero es una profesión que existe, fijo. Debe ser que solo se entra por promoción interna, como al puesto de Jodedor de Ruedas de Carro. Porque vaaaaya teeelaaaa con el mecanismo de dirección de los carros. Que siempre nos toca a los mismos lidiar con esos trastos indomables con los que parece que vayamos bolingas, andando de lado en posición derrape, pasando las mangas de los abrigos por todas las paredes y cogiendo las curvas de los pasillos con el espíritu de Ben-hur en el cuerpo. O ponen boxes por todo el súper con señores vestidos con pijamas rojos, o contratan a un mecánico de carros que haga el favor de hacer que si yo empujo p'acá, vaya p'acá, y no p'allá!
Luego, hay una cosa que me hace dudar siempre cuando voy a la compra: las latas y los yogures sueltos. Vamos a ver, gente de mundo, se pueden coger latas sueltas y yogures por unidad, ¿sí o no? Porque yo tenía entendido que no, y juraría haber visto carteles donde ponía ''no deshagan los packs, por favor''. ¿Esto pasó sólo en mi dimensión, que es distinta de la del resto de seres humanos? Y si es real, ¿qué pasó con la norma? ¿Fue derogada por referéndum? ¿Fue abolida por niputocaséndum? ¿Soy la única boba que aún se lo piensa dos veces antes de coger dos latas sueltas o que sufre por si el -clack!- de los yogures al separarlos, me delata.?
Ahora bien, lo más enervante para mí, con diferencia, común a todos los supermercados y que me parece una auténtica vergüenza  que habría que denunciar, es la mierda de envoltorio de los paquetes de azúcar. ¿Habrá que esperar al siglo XXII para que los de Azucarera Española se dignen a invertir en packaging? Por amor de Dios, que no hay ni uno que no tenga el poro maldito por el que se escapan los granitos que hacen que en lugar de caminar, vayas crepitando con ese cric cric cric desquiciante a cada paso! O tienen poro, o no han puesto suficiente pegamento Pritt para enganchar el cierre de parvulito que tienen. Por favor. Aprovecho para hacer un llamamiento al departamento de I+D (en caso de existir) de la empresa antes mentada, hagan el favor de usar folios más gruesos para envolver el azúcar, forrar el paquete con Aeronfix o plantearse la opción de vender a granel, que para el caso, vendrá a ser lo mismo: granos y sueltos. Quiá!

jueves, 10 de marzo de 2011

Horas bajas

    ¿Por que será que siempre me encuentro a gente que hace tiempo que no veo, precisamente cuando se dan las circunstancias más lamentables y tengo uno de esos días de fealdad extrema (es una vez al año, conste)? Yo creo que es como una ley universal de esas que se cumplen siempre, como la de la gravedad por ejemplo, que nunca tengo en cuenta y hace que salga de casa temerariamente sin pensar que va a ser ese día cuando la regla matemática se manifieste. Y a mala leche.
    El día que salgo de casa vestida estilo patchwork, con una cosa de cada madre como si hubiese elegido mi ropa el mandril daltónico y perturbado que todo el mundo tiene en su armario; o aquella vez que te da por bajar a coger un mueble de la basura, la única vez en tu vida que lo haces además, con un calor de la muerte, sudando a mares, con el flequillo pegado a la frente y un lamparón guarreras en la camiseta; el día que vas cargada como un paria de Nueva Delhi con cuarenta y ocho bolsas tamaño funda de nórdico, bufanda, bolso, abrigo que pica y un golpe de calor de los que hacen sudar el bigote; el día que vas tan mal depilada que parece que lleves las piernas forradas de franela pero que, en un ataque de punkarrismo, decides lucir poniéndote un vestido bajo el lema ''Bah! Hoy paso de todo!''; o aquella semana que estuve con una conjuntivitis rara, que tenía los ojos de color rojo morrón deformados e hinchados como si durmiera con el Potro de Vallecas a mi lado; o el día que lo estás dando todo en la bici del gimnasio, con la cara congestionada a lo niño Volkswagen, a punto de reventar y haciendo una peste a animal herido que no se te acercan ni las moscas …
    Uno de ESOS días, y no otro, es cuando te encuentras con un ex que ya no te importa pero que te jode que pueda estar mejor que tú y que se crea que ''te has dejado mucho'' desde que rompisteis; o cuando te cruzas con alguien a quien detestas porque sabes que es el típico cabrón que se ríe de sus difuntos y que contará que te ha visto con esa pinta de homeless hasta en Al Yazira. Es uno de esos días, cuando te ves subiendo en el ascensor con el guapetón de la escalera, tu mueble de la basura tu bigote de charol y tus piernas con borreguito, porque de todo lo imaginable, no había un sitio más pequeño, más incómodo y con menos posibilidades de huída rápida que ese, el ascensor; o es la semana de ''reparemos las cosas de la oficina'' y todos los técnicos que vienen a arreglar aparatos están buenos de pasarlo mal y te preguntan a tí, que vas sin rímmel ni nada porque los ojos te supuran sangre, donde está el cable de red de los huevos; o se ponen a pedalear contigo en las bicis del gimnasio, a un lado, esa compañera de curro guayona y boba que no suda ni que se bañe en magma volcánico la jodía y, al otro, el adonis del gimnasio, todo guapo pulido y conjuntado... Claro que sí, que quede claro, en ese bocadillo de mierda, quien hace de pan y quién de relleno.
    Cabrones... no me pillaréis cuando salgo de mi casa vestida para ir a una boda, no. O el día que sales de la peluquería y te han dejado bonica (excepcional, pero plausible), y caminas por la calle panteneando como si no tuvieses bisagras en las cervicales. O el día que sales de casa post-polvazo, con la piel terrrsa y ese cansancio agradecido de sonreirle hasta a las palomas. No, ese día justamente, no hay nadie en la calle. Ni un conocido, ni un amigo de un colega, ni el del kiosko, ni un usuario del mismo videoclub que tú. ¡Nadie! Y te preguntas:  ¿era hoy el Independence Day en que se anunciaba un ataque mutante a la humanidad, y están todas las personas que podría encontrarme, refugiadas en un estadio de fútbol? ¿Era hoy, no?
    Verás como si me baña a mierda una gaviota, aparecen todos.

martes, 8 de marzo de 2011

Objetivo indiscreto

''¡Nene ven, pónte ahí, que te grabo!'' ...Gran expresión que oí el otro día, para mi sorpresa, y que me teletransportó, de un plumazo, a los noventa y a ese gran invento: las cámaras de vídeo y la obsesión de sus propietarios por grabarlo todo. Porque daba igual si era un cumpleaños que una excursión a Montserrat o un ''hoy vamos a comer a casa de tu tía''. El final siempre era el mismo: llévate la cámara. Cualquier cosa era una excusa para sacar el trasto, tuviese algún interés o no, te pillase con dignidad o no. Y claro, como había que grabar algo, el director de turno necesitaba víctimas. De ahí el: ¡venga, ponte ahí, que te grabo! Acción- reacción: el nene, obediente y entusiasmado con el invento y con verse luego en su tele, se va al punto señalado y se queda ahí, siempre con algo de fondo, eso sí, porque es imprescindible ''que salga la montaña, eeeeh?'' O ''que se vea el paisaje eeeeeh?'' (y es necesario decirlo gritando, por cierto). Y ya lo tienes, con su photocall, piernas abiertas, brazos en jarras y a sonreír, quieto como un pantócrator como si fueran a hacerle un retrato al óleo... Madre mía. ¿No leíste la caja donde que ponía 'cámara de vídeo', gañán? ¿No hay más posturas cómodas para un ser humano que esa en plan tinaja? Y ojo, que una vez el nene está en posición, brazos en jarras con su sonrisa campestre esperando, viene el otro clásico que remata la escena: ''¡ pero dí algo!''' Bravo...
...Y que lo único que se nos ocurra con una cámara de video delante sea decir 'holaaaaaaaaaaaaa' como retrasadicos, o acercarnos a la cámara para que el objetivo nos deforme y parezcamos un camello morrudo... ¡Ah!, y abrir la boca. Abrir la boca es otro gesto recurrente en las escenas de vídeos domésticos. ¿Por qué? ¿Tan poca imaginación tenemos? Pues por lo visto sí, porque abrir la boca y acercarse a cámara es un plano que todo el mundo ha visto en algún video suyo. Si tienes suerte, se desenfoca y mira, solo mareas al contrario, pero como tengas la chamba de toparte con una cámara con autoenfoque, entonces no se libra nadie de verte las muelas y su negror de empastes, que aquello parece una mesita de casal de jubilados, dómino incluido. Ai, las chuches, que traicioneras.
Por eso, cuando un día en tu casa encuentras uvehacheeses del año de la tana y los ves, en todas las casas del mundo, se ve exactamente lo mismo: ochocientos planos de gente diciendo ''hola'' como si les faltara un hervor, cuarenta y cinco minutos de mareo, y ciento tres planos de pies y suelo, resultado de olvidarse de darle al pause. Ni con Polansky flipas tanto como con los vídeos familiares.

Con las cámaras de fotos la gente también se vuelve absurda. Una cosa que me asombra es la maniiiiiiiiiiiiiia que tiene todo el mundo de abrazarse en las fotos. Y no con cariño, ojo, es un abrazo quebrantahuesos, que no sabes si te quieren con locura o quieren recuperar la costilla flotante que Paula Vázquez se quitó. ¡Coñio! ¿Es necesario herirse en las fotos?  Una variante del abrazo pressing catch es el cachete con cachete. La falera por salir en la foto y no quedar fuera de plano (con la correspondiente bronca '' tíoooo, que me has cortaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaao!'') es tal, que la gente decide pegar su carrillo al tuyo, a lo burro además, aunque al hacerlo te toquen las muelas por dentro de la boca y te despeinen como si soplara el Katrina.
Para eso cuando las fotos son de grupo...boh! Es IMPOSIBLE hacerse una foto de grupo sin que se oiga de fondo un rumor hooligan tan espontáneo como efímero, que dura exactamente hasta que se oye el click del disparador. ¡Venga, una foto todos juntos! Y acto seguido: melé de fútbol americano, apretarse que no salimos todos, Alfonso pégate más que no sales, y de fondo 'wooooeeeeeeeeeee' ¿Por qué? Si no se va a oir lo bien que lo pasamos...¿Por qué ese empeño en ponerle sonido al momento de la foto únicamente? ¿Por qué no decir woeeeeeeee todo el rato?
Pero si tu lo que quieres es parecer sofisticado cuando te piden una foto, lo mejor y más estiloso es decir: ''ai, no, así no! A mi hazme fotos cuando no me entere que sinó no quedo natural y se ve fatal'' . Y tu piensas: coño, pues distráete tú! ¿Te crees que me voy a agazapar ahora detrás de esa papelera mientras me escondo entre la gente como un paparazzi de circo, para que tú, estrella, salgas bonico en la foto?¿O igual prefieres que me meta la cámara por el ojal, y te vaya disparando mientras andas por la calle detrás mío, para pillarte así, con un plano natural, jovial, anal... ? Tsss, en estos momentos es cuando invoco a Santos Cojones y a Santa Paciencia.

viernes, 4 de marzo de 2011

Aportación cero

Si apuntáramos en un papel todo lo que decimos durante un día normal, todo absolutamente, ruidos y tartamudeos incluidos, nos daríamos cuenta de: 1. lo que llegamos a cascar, dios santo. 2. cuanta información hacemos circular en el mundo, sea interesante o no. 3. cuántas preguntas inútiles llegamos a hacer. Así por lo pronto, hay tres que me asombran, por ridículas y por lo integradas que las tenemos.

Situación 1: tu compañero de trabajo (o pareja o padre o presencia humana, da igual) te dice que se va a hacer unos recados. Al rato, poco según tu concepción del tiempo, vuelve y tú le preguntas (con tono de pregunta, además) ''¿ya estás aquí?''  ... ¿Y me lo preguntas? Digo yo que si me lo preguntas a MI, es que me estás viendo, ¿no? Tendríamos que aprender a responder memeces que estuvieran en la línea de las preguntas, estilo: Uhm, no, lo que ves es mero producto de tu imaginación y resultado de una esquizofrenia sorpresa que, mira como son las cosas, te diagnostico por la patilla desde tu propia alucinación.¿Qué respuesta esperabas sacar, merluzo? Ninguna, intuyo, pero no preguntar obviedades es casi imposible porque se caen solas, como los pedetes de las abuelicas.

Otra: te acabas de enzarzar en una discusión con alguien que, por aquellas cosas de la dialéctica, tiene el turno de palabra y aprovecha para darte caña pero bien. Tú, testigo veterano de escenas como esta en películas series y demás variantes, aguantas el chaparrón con cara de ''te escucho sin alterarme y dignísimo, porque soy respetuoso y paciente como un monje shaolí''. Y cuando el otro hace una especie de pausa (porque aún y cabreado necesita respirar) aprovechas para lanzar la pregunta dramática que le haría Suellen a Jr : ¿''Has acabado ya de insultarme?''. Y me pregunto: ¿Qué más te dará? ¿Qué pregunta tonta es esa? ¿Dónde has visto tu el ''espere su turno''? Si quieres hablar y cagarte en su vida por todo lo que acaba de decirte, ¿crees que hay que pedir tanda? ¿Es que si aún no ha acabado, te volverás a sentar para que te siga dando palos con alegría? ¿Por qué hacemos esto? Porque en el cine funciona, y pensamos que, en la vida real, también necesitamos connectores y enlaces para pasar de una escena (la bronca) a otra (la puta calle).

O por ejemplo: vas con alguien por la calle, andando y hablando de la vida y, de repente, ese alguien empieza a hacer una serie extraña de gestos rarunos y se cae (horror) o se medio cae (horror plus), quedando en una pose ridícula o bien en el suelo, o bien a medio caer (a mí, personalmente, las caídas estilo Matrix, me descojonan viva...llamadme simple). Total, que tú, que vas a su lado y estás en posición vertical, cosa que ya implica un poder y una dignidad que el otro ha perdido, tienes la ingeniosa inspiración de decir:''oix! ¿qué haaaaaaces?''. Aha... eso es una pregunta incisiva y no las que le hace la oposión al gobierno. ¿Cómo que qué hago? ¿Consideras que es voluntario que tenga mi brazo agarrado al tuyo, una pierna estirada, la otra en cuclillas y la cadera apuntando a  Guadalajara? ¿De verdad crees que, mientras andábamos, me ha venido el capricho de parecer el perro del Guernica y he dicho, ''táte, lo voy a imitar, ¡aquí y ahora!''? ¿Qué responder a semejante tontuna?... Pues mira, es que mientras me hablabas he querido probar cuán de resistentes son mis articulaciones en comparación con el asfalto, lleno de mierda, al que me he lanzado en plancha con la esperanza de que mis codos resistan.

No hay DVD ni disco duro en el mundo en el que quepan todas las preguntas inútiles que se nos caen sin querer.

jueves, 3 de marzo de 2011

Camboyano. Lesson 1

Mi ignorancia en cuestiones de motor es tan infinita como difícil de disimular. Y aunque el mecánico donde llevo la moto desde hace años lo sabe, tiene el detalle de no descojonarse en mi cara cada vez que voy. Porque el chico, aunque sabe que no entiendo un huevo de lo que me dice, se empeña en explicármelo detalle a detalle cuando me da la factura y me cuenta las reparaciones que ha tenido que hacer: Él: ''Mira, le hemos cambiado las frensias del tubo, que estaban fatal y eso hay que cambiarlo siempre a partir de los diez o doce''. Servidora:''¿A los diez o doce meses? Uy, no me extraña que le hiciera falta, esta moto tiene ya dos años y pico.'' Él: ''no, meses no... diez-doce mil kilometros...''. (mequieromorir ahora Dios déjame aquí seca) . Pero él, caballeroso y discreto, sigue con la explicación ajeno a la peste que hace de la mierda que me llega a la ingle y cuenta:  ''¡Ah!, también le hemos cambiado el cipitrenco de la válvula de retuercación, porque tenía las cantipornias gastadas, y claro, hacía contacto en el jincadencio del manuñar. Y le hemos limpiado los pistencios que estaban ya muy mal''. Y yo, mientras oigo estas cosas lo miro con la máxima neutralidad que puedo y pienso sin querer: ¿se me habrá descongelado la pechuga que he sacado esta mañana, o me paso por el súper a comprarme algo antes de ir a casa?
Y no es que no le escuche, que yo atención le pongo, ¡es que no le entiendo! No le entiendo nada. Sé que habla en castellano porque entiendo algunos fragmentos como ''pues hemos tenido que cambiar...'', ''los frenos estaban'' , ''el i.v.a ya está incluído'' y algunas otras cosas sueltas, pero poco más. Entiendo lo suficiente para saber que lo mejor que puedo hacer es asentir con la cabeza con algún 'aha' de tanto en tanto (que sepa que le oigo, al menos), sonreír complacida con la explicación y decir algo como ''vale, pues nada, si es lo que le hacía falta a la moto,  la seguridad, lo primero''. ¡Y hala! Apoquina chata, que como no has entendido qué ha dicho no puedes ni discutirle. La factura de la ignorancia.

No es sólo el gremio mecánico el que goza del privilegio de ser ininteligible para las personas con atención limitada como es mi caso. Los mecánicos van a pachas con los informáticos en cuanto a hacernos parecer imbéciles se refiere. Es hablar con un informático y pienso: ¿Se está riendo de mi, este pavo? ¿Qué carajo me está preguntando? Porque entiendes lo mismo que con los mecánicos: la entonación y las palabras del medio. La diferencia es que, al menos a mí, los informáticos me da la impresión que me vacilan porque siempre me hinchan a preguntas que saben perfectamente que nadie sabe contestar, y yo aún menos. Y lo saben porque yo, de entrada, siempre confieso mi ignorancia para que no anden jodiendo y les digo solo empezar ''no entiendo un carajo de ordenadores, te informo''. Pero les da la igual, porque ellos me fríen a preguntas igualmente del estilo: ¿este ordenador va con fairfox o con ekistepé? ¿cuánta memoria de pleich tienes por cada megabayt de frein? ¿qué capacidad tiene el subwoofer de la placa interna? ¿has tocado los fayguels predeterminados de arranque? (…) ¿¡Qué faygels ni que hostias?! ¿Cómo voy a tocar los fayguels si no se ni qué pinta hacen? Hombre, si están muy a la vista igual sí que les he dado algún viajecito con el mouse, pero vamos, si no están al lado del word o del hotmail dudo mucho que los haya podido tocado.
Y entonces, desorientada ya a estas alturas, le vuelvo a decir: ''Yo que se, tío, yo sólo sé que la pantalla se queda negra de repente. Nada más de verdad. No se nada más''. Y ahí, rendida yo y crecido él de ver mi cara de bastayatenpiedad, viene el diagnóstico: ''bueno, debes tener un troyano que ha metido un autoejecutable y se ha cargado el flestein del sistema operativo''. Un troyano un troyano... Mira, Spock de la periferia, deja de hablarme como en Star Trek y vamos a lo serio: ¿mis documentos y mis fotos las puedes salvar sí o no? ¡Copón! Es que hay que preguntarlo todo...

miércoles, 2 de marzo de 2011

A la francesa

He decido que, a partir de hoy, voy a colgar las llamadas de teléfono como lo hacen los americanos en todas las películas: a las bravas. Es una cosa que me encanta y que envidio de verdad.
Aquí nos estamos una media de quince minutos para colgar el teléfono, con despedidas eternas y frases sin ningún tipo ni de significado, ni de construcción gramatical. Ejemplo común:

- Vale, pues ya te digo algo sobre el desto y nos vemos la semana que viene, si eso.
- Vale, pues ya si eso tu me dices, y nos vemos un ratito
- Muy bien, pues eso...
- Pues nada, tú..., voy a ir dejándote que tengo que hacer cosas.
- Si, tú, yo también que al final...
- Venga, pues ya hablamos, eh?
- Vale, si, nos decimos algo.
- Muy bieeen...
- Bueno chata, pues nada, un abrazo, eh?
- Igualmente reina, otro para ti... y a tu familia!
- Gracias,maja, de tu parte...
- Venga.. hasta luego
- Hasta luego...adiooos, adios
- dioooos, dios
- (click)

...¡¿qué mierda es esta, por favor?! ¿Cómo puede ser que nos atrapemos tanto rato?

En las pelis van al tajo, tú. Para empezar cogen el teléfono diciendo su apellido, y lo sueltan así como en plan cuidaíto conmigo. Ni ''hola, te pillo en mal momento? No mujer, estaba aquí, haciendo cosas...'', ni ''holaaaa, que taaaaal, quehaceees, tienes un ratoooo?'' ni ostias. ¡Zas! Apellido y venga, así ya sabes seguro a quien has llamado y te evitas la tontuna esa del ''¿Juaaang? No, me parece que se equivoca, eh? ¿No ereh Juaaang? No, no, se debe usted equivocar. Ah, ¿a qué número llamo, pues?'' Oh que rabia de gente... ¿Cómo que a qué número llamo?'' Pues al que tus dedos como porras habrán marcado, cenutrión.. vamos, digo yo.
Pues esto a los americanos no les pasa. Allí la cosa va así:

- (Ring-ring)
- ¡McBrait! (con autoridad)
- Soy Flanigan. Corre la voz en el departamento que hay un topo y creo que sé quien es. Tenemos que vernos.
- De acuerdo, en el aparcamiento en una hora. Ven solo.
- (tutututututuuut).

¡¡Y cuelga!! El tío cuelga y punto, sin remordimientos y sin preguntar siquiera si al otro le va bien. Ahí quedan y punto, ¡raca raca! En 10 segundos, se han dado toda la información necesaria. ¿Que no te va bien ''en una hora''? Haberte dado más caña, Flanigan, que si eres yankee esto a ti no te viene de nuevo y sabes que, aquí, hay que hablar al ritmo. Que me pase a mí, vale, que tengo que decir ''bueno pues...'' y ''bueno tu...'' una media de doce veces antes de colgar. Pero tú ya sabías como iba esto cuando has llamado.

Allí no se despiden con ceremonia, para mi estupor y admiración, ya sean amigos o familia. No tienen ni ritual del adios eterno ni el conocido pejae del besito. Ni besito ni ahí te pudras, van al tajo también.

- Mamá, este año no vendré para acción de gracias.
- Pero hija, tu abuelo está enfermo, y ya sabes lo importante que es para él que estemos todos.
- Bueno mama, pues no iré, dile que le compensaré por ello. Tengo que dejarte.
- (-click-).

¡Ras, ras, punto redondo! Una campeona, eso es lo que es. Yo le cuelgo así a mi madre, y al segundo me re-llama con el susto en el cuerpo, porque piensa que me ha dado un vahído y estoy tendida en el suelo de la cocina desmayada y se ha colgado el teléfono de la caída, claro...

Aquí no te despides con menos de 7 frases-ancla ni que tengas una prisa del copón:

- Oye, que te dejo que tengo un montón de prisa y me tengo que ir volando.
- Vale vale, no te entretengo. Ya me llamas cuando puedas, ¿eh?
- Si si, venga, hablamos!
- Vale, vaya bien, pues. ¡Y dime algo de lo del sábado cuando puedas!
- Si, sí, ya te llamo para confirmar, máximo el jueves.
- ¿Sobre todo, eh? Más tarde no quee sino no hay nunca sitio!
- Que si, que si, que ya te digo algo...
- etc

Vamos a ver... pedazo de plasta: ¿¡no te ha dicho que se tiene que ir volando?! ¿Te quieres callar ya, pesadilla humana, que la chica tiene prisa por colgar y se le están inflamando ya sendos recipientes hueviles colgantes? Me saca de mis casillas...
¿Qué hay que hacer aquí para ser más ligeros? Copiar estas técnicas es complicado, porque la reacción a un cuelgue con garbo es ''ooooiiii, bueeeeno, eh? que priiiisa, hiiijo... aaaala, ya te dejo, siii... caaaarai, tu... que manera de colgaaaar... ni que tuvieras tanta priisa... madre miiiiaa...''.
Es que somos plastas hasta para criticar...

martes, 1 de marzo de 2011

Mentiras fundamentales vol.1

Dejar a alguien no es fácil. Lo tenemos todos claro eso. Si en algún momento has pensado cómo dejar a tu pareja, has sufrido más que con Spartacus y, seguramente, lo habrás hecho mal. ¿Pero qué significa hacerlo mal? Ah amigo... ¿Hacerle daño a la otra persona? ¡Noooooo! ¡Error!!! Hacerle daño, si tu pareja te quiere, se lo harás seguro...porque te quiere, precisamente, y tú ya no. Es la consecuencia inmediata de dejar a alguien, la primera, de hecho. Si te quiere un poco, le dolerá, claaaaaaaaaaro que siiiii, porque forma parte del paquete. Si tienes olfato, un pedo te ofende, claro, porque tienes olfato. Porque es la consecuencia natural. Pues si te dejan mientras tu aún quieres, te duele.
Así que por favor, por-fa-vor, dejemos de decir estupideces como ''no le dije que estaba con otra/o por no hacerle daño'', ''no hemos roto, le he dicho que estoy confundido/a y a ver qué pasa'' y toda esa sarta de memeces que me dan urticaria súbita cuando las oigo.

Parece que con el tiempo, a base de repetir estas grandes frases cínicas de película baratunga, han colado.Y además, se han extendido envueltas en un halo de bondad y buenpersonismo que, entonces sí, me enerrrrrva y me vuelve mala como Joan Collins. Yo he encontrado tres tipos de cutre-argumentos de ruptura universales:

- No le digo que estoy con otra/o, le digo que tengo dudas, para no hacerle daño. Traducción: no le digo la verdad porque soy un cagueras que no tiene ni valor ni decencia para aguantar el chaparrón que el dejado tiene todo el derecho de echarle encima. Te dejan y, encima, te quitan lo que más mola y más te ayudará, que es el cabreo. Además...¿que tienes dudas? ¿dudas entre pasta o pizza? ¿Dudas si te has dejado la luz del parking abierta? ¿Dudas de qué, calamar? Amigos y amigas, cuando oigáis lo de las dudas, ya podéis sacar el mazo automáticamente y darle pero bien, porque lo que venga después de eso será el final, así que ya puestos, salgamos a hombros. Además, decirle a alguien ''tengo dudas'', a parte de ser un concepto vacío, és el clavo ardiendo al que todo dejado se agarra, porque cree que sólo tiene que mejorar y renovarse para que al dejador incompetente se le disipen las dudas de marras. Con lo cual, empieza ahí una batalla por la reconquista, que le quita la dignidad a esa persona y multiplica el luto innecesariamente. Dile la verdad y dale la oportunidad que te olvide, aunque sea por la vía odio los primeros meses.

-Creo que necesitamos tomarnos un tiempo y te pido que me lo des. ¿Me pides qué? ¿Tiempo? ¿Qué es ''tiempo''? ¿Me pides un reloj? ¿Un calendario? Si alguien sabe qué implica eso, meloexpliqueporfavor. Tal y como yo lo veo, la traducción es: te voy a dejar, pero como tengo la integridad de una lombriz, te pido ''un tiempo'' durante el cual yo podré hacer lo que me pase a mi entre las ingles pero tú no. Tú espera, no me llames ni hagas nada, ni me preguntes ni me envíes sms ni nada que yo, cuando quiera, ya vendré o te llamaré o haré lo que me pida mi cuerpo flamenco. Qué valor... ¿Qué pasa entonces? Que cuando el timado con el timo del tiempo empieza a desesperarse, un día llama. Y ya lo tenemos, desenlace fácil: '' ¿por qué me llamas? ya me estás agobiando... te he pedido tiempo! Mira, así no podemos seguir, eh? Me estás ahogando, Bla bla...'' Y por cansancio, la historia se acaba. O por cansancio, o porque el dejado descubre lo que pasa en realidad: que el otro no le quiere. Si le quisiera un poco, le echaría un cable... y no al cuello, a modo soga, como ha hecho.

- Creo que tendríamos que vernos con otras personas. ¿Quieres decir abrir más los ojos cuando me cruce con personas en la calle? ¿Ponernos personas al lado a ver si combinamos bien por colores? Porque si es por ver, en mi empresa trabajamos 237 personas ...¿es eso? No, lo  que tú quieres estar con otra persona, no sólo verla, farsante. Y pretendes que yo me vuelva ''moderna/o'' como tu crees parecerlo con este comentario, mamarracho/a, para que yo me encapriche de otra persona y tú, o bien te quedes tranquilo porque nos dejamos a la vez (como quien de adolescente no quiere colgar y repite el 'cuelga tu, no cuelga tu') o bien uses mis escarceos con otros/as para tener la excusa que necesitas para dejarme y, encima, ofendido/a. Menuda estrategia legionaria... cutre y cobarde. Déjame tu si quieres, que yo haré lo mismo cuando quiera, no antes.

Así, en resumen, estas vendrían a ser las peste-excusas las más usadas. Aunque hay otra variante, daliniana según mi opinión y que no acabo de ver, que tendría un lugar destacado en el ranking de mentiras memas. Es el conocido Estamos fatal, pero no le dejo por no hacerle daño...un oxímoron llevado a la vida real, insólito! Traducción: no le dejo porque no tengo a nadie más y son un mierda. Esta situación me plantea dos preguntas: ¿sigues siendo su pareja, pero amargada por estar al lado de alguien a quien acabarás por detestar? ¿O le amargas tú a él/ella poniéndolo fino/a a desprecios y haciéndolo/a sufrir notando que algo pasa pero que no le dices para no herirle? Grandísimas soluciones, si. Dios quiera que no seas tú quien tenga que decidir el futuro de la humanidad ante un tribunal de alienígenas, porque con ese sentido de la verdad y de lo que está bien y está mal, no sobrevive ni un ficus.

Que mal entendido tienen algunos eso del ''no hacer daño'' madre mía...Sí los médicos pensaran así, no nos tocarían ni con un puntero láser.