miércoles, 31 de agosto de 2011

Cuanta gente rara

¡Ay que nervios, madre mía! Empieza ya la temporada de fascículos y coleccionables y no sé yo si me va a dar tiempo a hacer sitio en casa para meter los Dedales del mundo, los Abanicos de diseñador, los Relojes de coleccionista (de oro y plata, sí), los DVD de El pájaro espino, las Monedas históricas, las Pipas de colección y demás mierdas que no pueden faltar nunca en cualquier bloque de anuncios de finales de agosto para adelante. ¿Cómo es posible que no se les sequen nunca las ideas a estos visionarios del mercado? Qué valor. Y qué recuerdos...

Hace años trabajé de teleoperadora en una plataforma donde, después de pasar por varias campañas de telefonía, de lentillas, pinturas, encuestas y otras perlas gloriosas, llegué a RBA, la joya de la plataforma y el departamento más marciano y descojonante en que podía uno acabar. Qué grandes tardes habíamos pasado ahí, ay si...
Mi trabajo consistía en atender llamadas de personas que querían suscribirse a algún coleccionable (cosa que ya implica un nivel de rareza personal considerable), dar información sobre las distintas colecciones que se ofertaban (que nunca vimos ni tuvimos físicamente en la oficina) y derivar llamadas de usuarios que querían efectuar algún cambio, queja o reclamación. El departamento de Reclamaciones se encontraba justo en el pasillo que quedaba delante mío y se encargaba de gestionar (aún no sé cómo) todas aquellas llamadas tan... singulares que yo, gracias a Dios, no podía resolver. Al entorno bizarro de por sí que era RBA y sus colecciones hay que sumarle el magnetismo insólito que tenía servidora (y que aún conservo) para atraer las llamadas de los seres más raros, perturbadores e inquietantes del mundo, y que me llevó a mantener conversaciones del tipo:

- RBA buenas tardes, le atiende Jackie, en qué puedo ayudarle.
- ¿Nena? ¿Nena es a mí? (había llamado ella, pero lo mismo atendía una multiconferencia y por eso no   tenía claro que éramos interlocutoras la una de la otra)
- Sí señora, dígame, en qué puedo ayudarla.
- Mira, a ver, que es que resulta que me he apuntado a la colección esta de las muñecas del mundo, ¿sabes? Estas de países que vienen con su trajecito y todo, sabes ¿no? Total, que me ha llegado la muñeca de este mes, que toca Rusia, y acabo de ver que la mía es calva por debajo del gorrito.
- Perdón, ¿cómo dice?
- ¿Ves? ¿¡A que es raro!? ¡Pues si nena, sí, calva, como lo oyes! No tiene nada de nada, pero solo debajo del gorro ¿eh? Que por el resto de la cabeza sí le sale, pero claro tengo que tenerla siempre con el gorro puesto porque si no ya me dirás tú lo fea que se va a ver, y claro, no me parece bien.
- Aha (ojiplática), de acuerdo, pues espere un momento que le paso con el departamento correspondiente  (cuyos miembros se van a orinar encima tal y como les acabe de contar su problema) a ver si la pueden ayudar.
- Ay si, a ver si me dan otra con pelo, oyes. Gracias nena.

Dos kleenex y unos cuantos lagrimones de risa más tarde algún compañero de reclamaciones atendía la llamada con paciencia infinita, mientras mi jefa me miraba entre asustada por lo irracional de mis diálogos y apenada por lo que me tocaba aguantar siempre a mí.
Esa colección de las muñecas de marras resultó ser un exitazo tal que tuvo incluso lista de espera para suscribirse pero, por lo visto, a parte de faltarles pelo, algunas muñecas venían sin bragas, cosa que causó más de una llamada de indignación y más de un descojone comunitario. De surrealismo íbamos bien, sí.

Además de coleccionables, RBA también editaba revistas de distintos tipos entre las que figuraba Playboy. Normalmente jamás se recibían llamadas preguntando por esa revista porque se comentaba que, por lo general, los clientes eran personas muy discretas que incluso se suscribían por internet para evitar el apuro. Apuro: término que no conocía el descerebrado que llamó (y que obviamente me tocó a mí) para decirnos que hiciéramos el favor de decirle al cartero que metiese bien para adentro la Playboy en el buzón porque siempre la dejaba medio fuera y un vecino, que él sabía quien era pero que no tenía pruebas, se la robaba cada mes y estaba hasta los mismísimos de pagar la revista para no disfrutarla. (breve silencio) (ojiplatismo) (…) (otro silencio). Bien, caballero... pues a ver déjeme ver un momento a ver si lo tengo por aquí... Aha, aquí está, mire, tome nota del nombre de la empleada de correos que reparte en su distrito y la llama usted mismo. ¿Tiene usted boli?¿Si? Bien, apunte su nombre, sí mire: Paca Garse. ¡Que está llamando usted a RBA, por amor de Dios! ¿Se cree que tenemos el poder de Greyskull y controlamos toda la ruta de reparto, carteros, telefonillos y buzones incluídos? ¿Acaso cree que tengo delante una pantalla de radar en la que me aparecen los carteros y carteras de España que llevan una Playboy en la bolsa lista para ser entregada? Soy teleoperadora, cebollo, no controladora aérea. Póngase un buzón más grande o use usted su imaginación para hacerse pajas, y ya verá cuánta pasta se ahorra entre suscripciones y llamadas al 902.

Para acabar de adornar este árbol de frikis, también recibíamos consultas-disparate: esas que nos hacían algunos usuarios que imaginaban que teníamos memorizada toda la información que salía en todos los fascículos y los números de todas las revistas que vendíamos y, por eso, llamaban para preguntarnos estupideces. El hit que recuerdo con más claridad, porque hizo que mi jefa tuviese que apretar las piernas para no mearse, fue el de la señora que llamó (¿y que tocó a quien? a mí) porque en una peluquería había encontrado un ejemplar de la revista Integral o Cuerpo y Mente (no estaba segura) donde leyó un artículo sobre el mejor día del ciclo lunar para cortarse las pestañas y que crecieran más fuertes, que a ver si se lo podía mirar para decirle yo (¡yo!) cuando le tocaba... Hubiese sido más práctico que, con el dinero que le iba a costar la llamada, se hubiese comprado un rotulador permanente y se hubiese pintado rayas en los párpados, sinceramente. Con el tiempo a veces me he preguntado: si le hubiese dicho ''¡¡es ahora, es ahora, córtese las pestañas,rápido!! ¿me habría hecho caso? Fue tal mi estupor ante lo estrafalario de la pregunta que no tuve suficientes reflejos para ver el filón que tenía delante... Otra más rápida y más hijaputa, se aprovecha y la deja pelona. Lástima.

Recuerdo que ese año también hubo una colección llamada ''Guerreros y caballeros'', coleccionada por nerds y re-frikis (con ese título, qué quieres...) que en el 90% de los casos llamaban para plantearnos una gran duda:

- RBA buenas tardes, le atiende Jackie, en qué puedo ayudarle.
- ¿Hola? Si mira, es que he visto que habéis sacado la colección esta nueva de Guerreros y Caballeros, ¿no?
- Sí, efectivamente.
- Vale, mira, te cuento, es que yo ya me hice la de Carros de Combate I, Carros de Combate II, Armaduras Históricas, Soldados de la I Guerra Mundial, Grandes Guerreros de la Historia y Batallas del mundo, y me gustaría hacerme esta también pero depende de cuántas piezas tenga no se si me cabe...
- Pues mire, tiene concretamente 47 piezas de momento, pero estoy segura que si tira usted un par de tabiques, quema el sofá y la cama y aprende a dormir de pie en alguna esquinita de su casa, podrá meter a los putos guerreros y caballeros que, a juzgar por su nivel de obsesión serán la única compañía que tendrá en su miserable vida porque ningún ser humano querrá vivir con usted nunca. Gracias por llamar a RBA y haga el favor de buscar ayuda. 

¿Dónde van algunos acumulando tanta mierda en casa? ¿Como no va a haber Síndrome de Diógenes con tanto afán por coleccionar mandúrrias que tiene la gente? Señores de Altaya, Salvat, Planeta de Agostini RBA y demás: ¿para cuándo la colección ''Fabrica tu propio contenedor'' o ''Cubos de basura útiles'' para que metas todos tus cacharritos y hagas sitio en casa? Se iban a forrar.

martes, 23 de agosto de 2011

Dime cómo hablas...

Tengo una costumbre que me entretiene horas y horas y que consiste en preguntarme cosas aparentemente absurdas. No lo puedo evitar. Aunque con la llegada de internet a los móviles mi calidad de vida ha mejorado mucho y puedo solucionar al momento un 60% de las dudas que me asaltan, San Google aún no tiene respuesta para todas ellas.
Me pregunto, por ejemplo, dudas como ¿en qué momento las balas de paja del campo pasaron a ser redondas en lugar de cuadradas? ¿Lo decidió un señor? ¿hay una moda al respecto? ¿es por qué son más fáciles de almacenar con esa forma? ¿alguien más se ha fijado? Y así como ésta sería una incógnita relativamente fácil de despejar, por más que lo intento no encuentro respuesta a mi duda de hoy: ¿en qué momento nos volvimos tan cabrones hablando?
Hoy me he parado a pensar en lo curioso del lenguaje y en que, sorpendente y lamentablemente, algunos adjetivos se han convertido en algo más que simples palabras para describir algo. Me preguntaba cuando se decidió que una palabra, un adjetivo, tuviese una connotación sexista, por ejemplo. Pongamos por caso la palabra ''golfo'' que a parte de ser un accidente geográfico se dice de alguien que es ''pillo o sinvergüenza'' (según la R.A.E, si, cada uno con sus obsesiones). En el caso masculino es un calificativo que, al decirse, contiene siempre un matiz que lo relaciona con algo travieso e incluso gracioso. ''Es más golfo... ay si...qué tío''. Pasadlo a femenino y verás tu qué gracia. En este instante es cuando yo me pregunto ¿en qué momento algún imbécil decidió que, al decirse en femenino, la persona designada como ''golfa'' saliera perdiendo tanto? ¿por qué una golfa no es también traviesa y pillina y se convierte automáticamente en sinónimo de ''prostituta''? Lo peor del caso es que esta connotación peyorativa en su versión femenina no es sólo cuestión de uso social del término, sino que, para más cojones, está aceptada así en la R.A.E. Según estos señores con butacas señaladas con letras (no deben ser muy listos si necesitan que les marquen la silla para encontrar su sitio en sus reuniones) golfo, en femenino, significa prostituta, pero en masculino no significa prostituto. ¿Por qué? Aparte de andar jodiendo al personal cambiando la ce hache por che y la y griega por ye, ¿piensan hacer algo respecto al sexismo? Es injusto, y me toca mucho el ciruelo que siempre se trate mal a la misma parte.
Mi cabreo sobre el lenguaje y su mal uso va in crescendo cuando pienso en otras injusticias que se cometen a diario, en este caso con el tono que se les pone a algunas palabras. Ahora me refiero a los adjetivos gordo y delgado, que van siempre teñidos de crueldad y compasión respectivamente. No se comenta con el mismo tono el engorde de una persona que el adelgace de la misma. El primer caso se plantea siempre con mala folla y desprecio o burla: ''¡haalaaaa, cómo se ha puesto... como un ceporro!'' ''¡Uuuuuhhh madre mía, qué de quilos que se ha echado encima...!'' o ''No veas el tonel, es más fácil saltarlo que rodearlo''. Lo contrario pasa con la delgadez, que se comenta siempre con el tono contrario, más próximo a la delicadeza y a la compasión: ''ay mira como se ha quedado de delgada, angelito'' o ''Uy, se ha quedado en los huesecicos, el pobre...''. Esto es así en un 90% de los casos. Se compadece al delgado cuando, por otro lado, se hace apología de las dietas, la delgadez y las tallas pequeñas a cada segundo y en cualquier medio; y se raja al gordo sin tener en cuenta que, si hacemos caso a esta manía por adelagazar, se les tendría que tener el mismo respeto y consideración. A no ser que la gordura sea extrema, como la obesidad mórbida por ejemplo, la compasión en la gordura nunca aflora porque si estás gordo es por dejadez y por guarro. Todas aquellas personas a quien se les desajusta la tiroides, que tienen una constitución concreta o, simplemente, aquellas personas a quienes les encanta comer y se permiten el capricho de hacerlo sin más, dejan automáticamente de tener derecho al buen trato. ¿En qué momento se decidió que estar gordo o engordar era sinónimo de ''a por él''? Si según los valores con que se nos machaca, si delgadez=éxito, ¿por qué no tratar con más tacto al grueso en lugar de lincharlo? Esto no está bien.
Me sulfuro y me preocupa lo peligroso de la cuestión, porque el lenguaje es un claro indicador del pensamiento y es el vehículo a través del cual se fija y se transmite, por lo que estas expresiones tan asumidas y tan corrientes son un reflejo nítido de lo mezquinos que nos hemos vuelto. Si hablamos y pensamos automáticamente con esta crueldad no es de extrañar que, a no ser que sea una aberración aprobada por todos como tal, no nos alarmemos como deberíamos con la cantidad de carga extra que añadimos al lenguaje porque, de tan sutil y de tan frecuente, ni la vemos. Esto pasa, por ejemplo, con los adjetivos tímido y creído, que no se usan solamente cuando el calificado lo es, sino que van en función del físico de la persona que ostenta el título. Si una persona guapa es tímida y habla poco, ¡ja! está perdida, porque automáticamente será una creída de mierda' a ojos de los demás. ¿Por qué? Porque no se puede ser tímido y guapo, porque si eres guapo y te apabullan un poco los desconocidos, eres un gilipollas creído y estúpido. En cambio, si una persona fea es tímida ¿qué? Pues eso, que es tímida y punto, pobreta, porque creída no puede ser. Y ya está, primera impresión no superada, comprobación omitida y juicio celebrado. Chimpúm.
Y dígame, Sr. Google ¿cuándo fue que nos volvimos tan crueles?

miércoles, 17 de agosto de 2011

La playa de la marmota

Estos últimos días he estado en un pueblito de la costa al que voy anualmente como ritual veraniego, haciendo lo que se conoce como Ni el huevo y que consiste en levantarse, bajar a la playa, comer en el chiringuito, volverse a la toalla, ducharse, irse de cañas y así hasta el día siguiente, en que se repite la misma operación. Placer absoluto.
Entiendo que haya gente a quien le parezca una condena, y no por el ritmo slow life, sino por la maratón de playa que incluye el plan. Que si la playa es aburrida, que calor pega por dios, que si a mi el sol me cansa, yo si no juego a algo me muero, que si que bochorno que hace en la toalla, que como podéis aguantar tantas horas, que si menudo aburrimiento estar ahí tumbado sin hacer nada, etc. Si, vale, es cierto, pero en la playa pasa una cosa que a mi me pirra: se detiene el tiempo.
Tu vas a la playa hoy, 17 de agosto de 2011, y puedes ver exactamente las mismas escenas que hace 25 años, a excepción de las avionetas que tiraban pelotas Nivea al agua y que debieron prohibir de tanta gente que debió ahogarse o matarse por pillar una. Salvo por este detalle, ir a la playa es como revivir el día de la marmota: misma gente, mismas costumbres, mismas conversaciones.
Empezando por esto último he descubierto que es molecularmente imposible innovar los temas de conversación a mantener, por lo que vaticino que seguiremos oyendo, década tras década, las mismas frases estilo ''como salpiques nos volvemos para casa'', ''estás tirando arena a la gente y me voy a enfadar'', ''deja de enterrar a tu hermana que la vas a matar'', o conversaciones del tipo : ''¿me puedo bañar ya? No, quédate aquí quieto en la toalla un rato, anda. ¿Cuánto rato? Pues hora y media bien bien. ¿¡Hora y mediaaaaa?¡ Joh mamaaaaaaaa'', o ''¿Cuándo os volvéis? Nosotros nos quedamos hasta el 20. Ah, no, nosotros volvemos ya el domingo, ay hija que rápido se acaba lo bueno, ay pues si, tú'' y un largo etcétera. Colega... ¿de verdad no hay nada más que decir o no hay otra manera? Pues por lo visto no, oiga.

Lo mismo pasa con las personas, que son siempre las mismas razas que se repiten. Cerca de la orilla se encuentran los cuerpos sandungueros, esos que te llevan a plantearte: ¿seré yo también portadora de ese retorcido gen que hizo que a ese/a señor/a se le pusiera el pecho palomo y dos minas de boli bic en vez de piernas? Porque vamos, mucho tendría que mutar yo para adoptar esa forma... pero coño, hay tantos que piensas: ¿será cosa de la evolución y este es el futuro de todos? Generalmente a estos cuerpos se les reconoce por ser de color marrón leño, tener un exceso de piel que los convierte en personas plisadas, ir ataviados con bañadores a los que podría hacerse la prueba del carbono14 y por llevar como complemento un gorro ridículo. Gorro de goma con flores en 3D para ellas, gorra tipo beisbol marca BitterKas o de alguna Cooperativa para ellos, gorro tipo pesca de trucha, arrugado, gris-beige-azul y hecho mierda como modelo unisex.
También siguen viniendo las familias que deciden mudarse a la playa, para lo que tienen que llevarse sus cuatro sombrillas, sus tres neveras, la corxoneta, los gritos, Jonahatan ventepaquíquetepongalacrema, el iglú del Decathlon (incorporación reciente) la radio, lah palah, tuperwares con comida de sentarse a la mesa, toallas para trescientos y algún carrito de niño. Y me pregunto: ¿por qué si llevan comida preparada y sabiendo de la existencia del papel albal, siguen preparando el bocadillo EN la playa y no ANTES de? Es decir: ¿por qué abrir ahí en la arena, con ese calor de Dios y las manos pegás, los paquetes de choped y de mortadela en lugar de hacerlo en una cocina, que es donde toca? Después de la tortilla de patatas, la de calabacines con cebolla, los boquerones en vinagre, el gazpacho frejquito, la carne rebozada y los pimientos, te daba mucho palo ponerte a hacer un bocadillito de nada, ¿no? Claro, mucho mejor llevarte todo el percal a la playa y que el Jonathan escoja si lo quiere de jamóndeyork o de Nocilla... porque, al loro, que generalmente pueden incluso elegir sabor. Que curiosa es la gente.

Habita la playa también esa típica pareja sesentona que apenas se habla, ella ajamonada y el amojamado, sentadicos en sus tumbonas, esas con respaldo altísimo y el culo pequeño que literalmente ''te tumban'' y una vez sentado no hay cojones de levantarse con dignidad. Estas parejas me hacen especial gracia porque podrían ser, perfectamente, espías encubiertos del KGB o alienígenas haciendo un estudio de campo sobre la raza humana. Tienen visión panorámica (porque están tan incorporados con esas tumbonas-trono que lo ven todo), apenas se hablan, nunca toman el sol porque siempre, indefectiblemente, llevan una sombrilla (que compraron en el 74 y que está nueva, total para lo poco que la sacamos), jamás se bañan y se van con la misma parsimonia y discreción silenciosa con la que han venido. ¿A que visto así mi teoría de los alienígenas no parece tan imbécil?
Por años que pasen, también podrán ustedes encontrar al niño decibelios, que en lugar de dos cuerdas vocales tiene una y gorda, el cabrón, y a quien se puede oír berrear de excitación desde el agua estés donde estés. Lo de los niños es curioso. Es curioso en general, pero en la playa hay una cosa que me confunde aún más: ¿por qué los mamones se pueden estar doscientas horas bañándose, gritando, tirándose a lo loco y salpicando sin problema, y cuando los llevan a la ducha montan esos pollos? Si en la orilla están tiritando igualmente, ¿qué extraño poder tiene el agua de la ducha, que no está mucho más fría que la del mar, para que les de ese rile irracional? Si es agua, atontao, el mismo elemento en el que llevas gritando como un cochinillo todo el día. Entiendo que no mola nada que te meneen la braga del bañador para quitarte los tres quintales de arena que llevas pegados al culo (que rabia daba, cierto) pero vamos, ese pánico súbito al agua limpia de la ducha a mi no me cuadra.

Una cosa que me deja atónita de verdad y que, por años que pasen, siempre se repite es la escena ''tápame con la toalla que me pongo el bañador aquí mismo en un momento''. Y esto lo hacen no sólo los que se quitan el húmedo, sino también los que se lo ponen al llegar. Vamos a ver: ¿de verdad que no puedes aguantar el bañador mojado 5 putos minutos más, que es justo lo que tardas o bien hasta el coche o bien hasta el lavabo? ¿es necesario que te lo quites aquí montando este circo y con esa toalla enrollada que te hará enseñar la hucha la pongas como la pongas? Y aunque te la aguanten: ¿que no ves que cuando echas el culo pa'trás para meter la pierna por la pernera de los gallumbos, la toalla cede y a la Manoli que la sostiene se le puede escapar? El supuesto dos tampoco se entiende: señor/a, ¿acaso no sabía usted que venía a la playa y por eso va con bragas debajo de ese pareo? ¿es que su familia le ha dado una sorpresa, llevándola engañada a pasar el día, y usted no ha sospechado nada de nada cuando veía que agarraban sombrillas y neveras o qué? Y si lo sabía: ¿qué más le dará llevar el bañador ya puesto desde su casa, si con todo lo que se han traído va a pasar usted en la arena lo menos seis horas buenas? Es que no me lo explico. Digo yo que les encanta este ratito de ''ai tápame bien Antonio que no me vean el culo'' y ya, sin la adrenalina del momento, bajarse a la playa no sería lo mismo. Lo mismo de siempre con los mismos de siempre.
Digo yo que será por eso que reponen cada año Verano Azul. Total, si lo vienes a mirar, no ha cambiado nada y sigue siendo actual.

sábado, 6 de agosto de 2011

And the Jackie goes to...

Agosto 2011. A medio broncear, soltera, sin curro y pasando el verano metereológicamente más raro de la historia en Barcelona. Esta es la actualización de mi estado a día de hoy. Puede parecer pobre a ojos inexpertos, pero a mi me ha servido para darme cuenta de varias cosas.

La primera es que no es fácil ser soltera. Soltero no sé (aunque me dejaría cortar un brazo a que es mucho más cool que serlo en versión femenina, pero eso ya es harina de otro post) pero soltera ya te digo yo que no es fácil. Y no lo es, no sólo porque a ratos es aburrido o se pueda pasar hambre sino, sobretodo, por la compasión rancia y paternalista con la que normalmente se nos envuelve. Me quedo atónita cada vez que alguna persona con pareja me pregunta con condescendencia rastrera eso del ''¿y tu qué? ¿cómo vas de hombres?''. ¿Qué carajo significa eso? Me pregunto por qué se da por hecho que las solteras tenemos que pasar el parte de nuestra vida cada X tiempo, actualizar nuestras noticias y, lo que es más retorcido aún, contarlo sin pudor para entretener al inquisidor que se cree con derecho a tenernos pena o a tratarnos como a pobres niñas. Que esté soltera en este momento no significa, ni mucho menos, que mi vida sea pública o ¿acaso te pregunto yo por tus intimidades con tu pareja?
Si a la pregunta indiscreta y fuera de lugar sobre mi vida amorosa una responde con un ''no tengo pareja ahora'', lo que viene a continuación es ya para pegarse un tiro o dos. En primer lugar están los que se atreven con el ''será porque no quieres'' o con el ''eso es que eres muy exigente''. Ante estas dos mierdas de actitudes-respuesta, yo siempre pienso: ¿tengo que deducir, entonces, que tú que sí tienes pareja, la tienes porque te conformaste con el primer ser vivo que te guiñó un ojo? ¿Acaso te jode haberte precipitado y por eso me tachas a mi de exigente y pobrecita cuando igual, y es una suposición, el desgraciado eres tú? Quien sabe... En cualquier caso ¿qué pasa si es porque no quiero? ¿te jode también? Porque igual es eso, ya que se da por hecho que estar soltera es un problema que alguien tiene, no una situación sin más.
La otra variante que me he encontrado tras el ''pues no, no tengo pareja ahora'', la integran aquellos que, para ''reconfortarme'' se cagan en el sexo masculino con sentencias del estilo ''pero ¿qué les pasa a los hombres? ¿cómo puede ser que una tía como tu, bla bla...no tenga novio?'' o ''¿Cómo puede ser? Con lo que tu vales... de verdad que los tios de ahora están todos agilipollaos''. Pues mira no, tampoco creo que sea así esto. Ni todos los tíos son subnormales ni a mi me pasa nada con la exigencia, ni le pasa nada a nadie, de hecho. Sencillamente, no es un fenómeno tan raro al que haya que buscar explicación. Es un estado, una decisión, un adjetivo, una forma de vida, un tránsito, ¡yo que sé! Pero no es ningún problema con un culpable que buscar para así poder insultar a alguien. Joder ya.

Lo segundo que he observado es que, si además de no tener pareja estás sin curro, date por muerta, amiga, porque vas a causar tanta pena y conmiseración que llegarás a casa sintiéndote genéticamente más próxima a una mierda seca de codorniz que a una persona. ¿Por qué? Porque la gente te compadece y te trata como a los perritos de las gasolineras, sin preguntar antes, sin pensar que cada persona tiene unos motivos y una historia detrás y no sólo un ERE. Para despejar dudas sobre mi caso, estoy en paro porque decidí cambiar de vida, apostar por algo creativo y con sentido, y no seguir amargada en un trabajo que detestaba. Porque busqué otro camino que no fuese el de ''deja el trabajo cuando te salga otra cosa'', porque le eché pelotas y decidí intentar explorar otras vías que me hicieran más feliz. Porque no quise esperar más, porque creí (y creo firmemente) que hay otras maneras de hacer las cosas y porque, como lo creo, soy consecuente con eso. Y lo mejor de todo es que mi método funcionó, porque soy más feliz, conseguí trabajar en un proyecto haciendo lo que me gusta y, ahora que ya ha terminado, volveré a hacerlo, tan pronto el siguiente proyecto y yo nos encontremos. No hay espacio para la compasión, ni para los comentarios sentenciadores como ''ai pobre, claro, es que está todo fatal''. Ni tampoco hay sitio para las opiniones cerradas de mente y cobardes que me desean ''que encuentre pronto cualquier otra cosa'', porque ''cualquier cosa'' es, precisamente, lo que no quiero. Pero eso, y yo lo entiendo, cuesta a veces de comprender.

Recapitulando, con mi balance de hoy me he topado con dos realidades que no son fáciles de llevar, y no solo por los efectos secundarios derivados de las mismas, sino por esta costumbre de tratar al otro con paternalismo y con la falsa sensación de estar por encima. Por la compasión y la lástima con que se entona el ''¿y tu qué tal?'' que, lejos de ser una pregunta que demuestra interés, le dejan a una el cuerpo lleno de miedo, inseguridad y ansiedad por no tener lo que supuestamente debe tener todo el mundo.
Así que, visto el panorama, hoy he decidido concederme (tras inventarme previamente para la ocasión, claro) el premio Jackie. Se llama así porque todos los premios tienen siempre nombre de persona- Oscar, Tony, Goya , Nobel, etc- y dado que es mi premio y mi blog, no creo que haya otro nombre más apropiado para la estatuilla (forma y materiales aún por determinar).
Este galardón me lo concedo hoy, por el aguante para mantenerme en pie y ser consecuente con las decisiones tomadas, por incomprendidas que sean a veces; por el valor para no caer en lo fácil, en los juicios de los demás y en la espiral de dudas y lástima hacia una misma; y por la resistencia para capear el temporal por cabrón que se ponga y tanto tiempo como sea necesario. Y tras estos agradecidos aplausos, me gustaría dedicar este premio a mis padres, por su paciencia y entrega infinitas; a las personas con quien comparto mi miedo y mis victorias; y a todos aquellos mentecatos que me juzgan o me compadecen sin preguntar, pensar ni mirar más allá, porque dan sentido a todo por lo que yo peleo.
(sube la música mientras, divina con su vestido y su premio, abandona el escenario)