miércoles, 14 de diciembre de 2011

De cuando X-Mas se llamaba Navidad

Por mala fama que hayan querido darle a la Navidad en los últimos años yo no he dejado nunca de sentir debilidad por ella. Ni tristeza, ni nostalgia, ni pena por los que no están, ni agobios ni hostias. La Navidad mola, porque son días que están para perpetuar tradiciones: que reine el Almax y el Actron en todas las casas (por haberse puesto vikingo comiendo o por exceso de decibelios familiares); para hacer lucha libre en público (sudando a lo loco mientras se pelea, abrigo en mano, contra las ordas de personas que invaden, al tiempo que tú, el cortinglés); y para reírse de las abuelicas, que tienen que pasar el peaje de cada año: nombrar en voz alta el regalo que quieren sus nietos.

Sábado-13:02 h zulú- Fnac Plaza Catalunya- uno de tantos mostradores de información:
Chico: ¿Quién va ahora?
Abuelica: ¡Servidora! Si mira nene a ver, euhm…. ¿el Trompicón?
Chico: ¿cómo?
Abuelica: Ay espera, que igual no lo digo bien... ¿no te suena esto del Trompicón?
Chico: (flipando) Uhm no, lo siento ¿es un libro?
Abuelica: No no, es un juego que quiere mi nieto de la máquina esa. Del ordenador no, da que va a la tele.
- Chico: Aha ¿Para una consola, quiere decir?
- Abuelica: eso mismo, la consola.
- Chico: ¿Y sabe usted cuál es?
- Abuelica: ¿El nombre de la máquina dices? UuuUUuhh no hijo, eso ya no me hagas decirte… Una plix dix de éstas… qué sé yo.
Chico: ¿Pero el juego sabe usted cuál es?
Abuelica: Pues eso que te digo, el Trompicón o algo así… Ay hijo, es que con esto del inglés yo no me aclaro…
Chico: Si ya entiendo. Pero ¿sabe usted qué pasa? Que es que sin el nombre no lo puedo buscar.
Abuelica: Sí, sí, claro, ya imagino que aquí tenéis muchos. Bueno, ya le diré a mi nieto que me apunte como se llama el juego este del mono que quiere y ya vendré con el papel.
- Chco: ¿Del mono? ¿No será el Donkey Kong?
-  (milagro)

Y así, un sábado a mediodía, un dependiente del Fnac se ganó el cielo y el rosco entero del Pasapalabra al acertar Donkey Kong para Wii con "Trompicón" cómo única pista, y yo me eché unas risas con la candidez y la valentía de esa abuelica que, con dos pelotas y mucha dignidad, se fue a pedir el regalo de reyes de su nieto sin tener ni idea de lo que estaba diciendo.
Entre los cajeros automáticos, pins y password para todo, los teléfonos móviles, android, whatsapp, las cámaras con cuarenta megabites de píxeles de wesneis y demás hostias la vida a las personas mayores se les ha complicado mucho, sector juguetería incluido, ojo. Por eso se entiende que después de años de Barriguitas y Clics, Tragabolas y Operación,  pasar de golpe al mundo de los juegos de consola sea una tragedia griega para todo aquel que no sea filólogo o experto en telecomunicaciones. Me he documentado brevemente (traducción: he leído con curiosidad los dos catálogos de juguetes que han llegado a mi casa) y me he encontrado con este galimatías en el apartado videojuegos: Call of Duty: Black Ops para X-Box; Pro Evolution Soccer 2012 para Wii; Need for Speed the Run para PS3; Gears of War para Xbox, Kill Zone III para PSP,  Bayblade Metal Masters: Nightmare Rex para Nintendo DS; Saints Row the Third para PlayStation, Metal Gear Solid HD para Xbox3 y muchos más de este calibre. Yo le pido a mi abuela que lea estas cuatro últimas líneas en voz alta mientras abro un par de paquetes de pilas gordas y las pongo en círculo y abrimos una brecha en el contínuo espacio-tiempo que ríete tu de Chernóbil. Señores de los videojuegos: ¿cómo pretenden ustedes que las personas mayores compren los regalos a los nietos, si para pedirlo suenan tan ridículos como un guiri repitiendo palabrotas que le acaban de enseñar? ¿Es necesario que los títulos sean tan largos que te hace falta un punto de libro para no perderte?
Pero no es el apartado videojuegos el único que se ha vuelto ininteligible al ojo humano, cuidado, que si me pongo a mirar el resto de artículos, encuentro cosas como "set de mechas Montser High", "Bratz masquerade", "Bakugan battle arena" y otras rarezas. A ver quién tiene pelotas de acordarse y repetir estos nombres en público, y más aún cuando quien te ha pasado la información es un niño, esos humanos menudos que se caracterizan por tener tanta imaginación como mala dicción. 

En mi familia hay un episodio de ridículo y bochorno público resultado de una mala pronunciación infantil que aún nos cuesta lagrimones y descojones varios cada vez que se saca el tema (cosa que ocurre a menudo, claro está). Corría el año 1994, más o menos, y mi primo pequeño tenía unos tres años, mucha fantasía y un gran deseo para Reyes: un Power Ranger. Toda la familia sabía qué Power Ranger quería, de la misma manera que todos sabíamos que el niño aún hablaba mal, con esa lengua de trapo tan graciosa que le llevaba a pronunciar las palabras como le salía a él de la chotera. Lo sabíamos todos menos su padre, que no cayó en que el power ranger “manco’’ que el niño pedía a troche y moche no era otro que el power ranger “blanco’’, cosa que le llevó a recorrerse  doscientas jugueterías pidiendo en voz alta a las dependientas un muñeco tullido, movido por esa fe ciega que tienen todos los padres y que les hace defender el pedido del niño como si aquello fuese la verdad absoluta.  Imagino las carreras al almacén que debían pegarse todos los empleados a los que mi tío discutió "que si mi hijo pide un Power Ranger manco, es que existe’’. Y no creo que corrieran para buscar entre las cajas a ver si algún muñeco venía tarado sin brazo sino a troncharse a grito vivo ahí dentro y evitarle un bochorno público mayor al pobre hombre. Sólo el público, porque el privado ya lo tuvo en casa el día en que llegó rendido después de no sé cuántas horas de búsqueda y confesando, derrotado, que no había manera humana de encontrar el muñeco lisiado de las pelotas.

Debió ser a raíz de episodios como este que los Reyes decidieron cerrar el área de Atención Telefónica y pasaron a recoger todos sus pedidos única y exclusivamente por escrito. ¿Queréis regalos? Pues venga, me los vais poniendo en una lista, clarito en mayúsculas y sin tachones, que aquí ya estamos hartos del choteo de los del Toys'R'us cada vez que nos toca cantar pedidos en arameo.