jueves, 26 de enero de 2012

I have a dream

Hace unos meses que busco trabajo. No cualquier trabajo, como más de uno entiende siempre cuando se dice algo así, sino un trabajo que persigo hace tiempo, porque estoy profundamente convencida que se me daría bien, tengo la formación necesaria y es vocacional. Hace unos meses que busco trabajo como copy, es decir, redactora creativa en el sector publicidad. Además de tener más claro cada día que pasa que eso es lo quiero hacer, estos meses me están sirviendo también para darme cuenta de algunas cosas curiosas.
Lo primero que he descubierto: es más fácil meterme en una banda de camellos como infiltrada de narcóticos para la poli de Miami que trabajar en publicidad. Es la conclusión a la que he llegado haciendo un compendio de las reacciones que recibo cuando comento mi plan: “ya.. hombre tía, te pega mogollón el curro, ¿eh? Es lo tuyo total. Pero claro… sin contactos y sin experiencia, ya se sabe. O conoces a alguien, o nasty, porque gente preparada hay a hostias, y que lleva un montón de tiempo currando en publi. Y si no conoces a nadie que te meta... No se, lo veo jodido’’.
Otra cosa que he descubierto es que todo el mundo sabe cómo lograrlo, menos yo, que parezco no atinar o no entender las reglas del juego. A juzgar por las recomendaciones que acumulo deduzco que, si quiero trabajar en publicidad, debo ser una mezcla de moderna-popera-flipada-super cool, repelente y “muy  fan” de lo que sea. Ah, y tener seguidores, muchos: “Tía, tienes que hacer algo, crear algo. ¿Por qué no haces un vídeo y te presentas? No, un vídeo no, pero no sé, tu ya me entiendes, seguro que a ti se te ocurre, algo así en plan que flipen y lo cuelgas en Youtube y que lo vean millones de personas. Tienes que moverte mucho en internet, redes sociales a saco. Tú piensa que de ahí ha salido mogollón de gente que de repente tenía nosecuantos seguidores y le llamaron del nosedónde para trabajar. Tú apúntate a todo, participa en foros y ves a saraos tia, ahí, que se te vea. Tienes que hacer algo diferente y sobretodo tener seguidores.  Es el futuro, tía, mira cuanta gente piden ahora de Comunity managers sino... loqueyotediga’’.
Decir en voz alta lo que quiero hacer (haciendo acopio, a estas alturas, de la poca seguridad que le queda a una visto el feedback) supone recibir respuestas del tipo: “ah, si, está guai. Te pega bastante además. Aunque… uuff tía, es un sector chungo ¿eh?… Yo sé de un curro de administrativa si te interesa, mientras buscas, digo. Te piden Contaplus y que sepas manejar Flash, porque la web hay que actualizarla,  Ilustrator también, además de Photoshop, claro, pero eso como en todos.  Ah, pero piden portugués medieval nativo, calla… Bueno, este no, pero si me entero de algo, de lo que sea, cualquier cosa, te aviso’’.

No creo que nadie se pueda hacer una mínima idea de lo extenuante que resulta buscar trabajo en un sector nuevo y que la banda sonora que escuches sea siempre esta información, repetida sin conocimiento de causa la mayoría de las veces y desalentadora siempre. Explicar tu plan  y recibir comentarios aprendidos sin asomo de crítica, y que debido al miedo general  te empujan de entrada a buscar otra cosa (sólo por si acaso), es agotador. Y deprimente. Y discutible.
 ¿No contactos, no party? Lo que está claro es que menos posibilidades de party hay seguro, tontos no somos y sabemos que, de toda la vida, no hay nada como un infiltrado para cualquier cosa (el amigo que te presenta a tu novio, el amigo que sabe de un piso, el amigo que se entera de un curro, el amigo a quien le tocan unas entradas, etc). Lo que se conoce como la figura del prescriptor, vaya. Pero, y pese a la ausencia de prescritores, yo sigo confiando en mi currículum y en la posibilidad de que exista alguien, en alguna agencia, que vea más allá de lo que aún no pone en él. Que entienda que, con lo que llevo ya andado, tengo bagaje para hacer eso y cientos de cosas nuevas. Que me crea cuando le digo que “no experiencia en esto justamente” a veces significa “otro punto de vista nuevo y no viciado" y que ser creativo no es algo que únicamente pueda certificar el Sr. Bassat, la Sra .Rushmore o el Sr.McCaan Erickson.
Tengo que ser una líder de masas, un trend topic o el puto vídeo más visto en la red ¿por qué? ¿Acaso es un requisito que se exige en todas las profesiones o es solo un cliché más del sector de la comunicación, donde se supone que tenemos que ser unos cachondos-irreverentes-líderes de twitter-geniales en todo? ¿Tener no-se-cuántos seguidores que ni conozco ni me conocen es sinónimo de “tener buenas referencias’’? ¿Garantiza acaso que sea más creativa y sepa redactar mejor? ¿Estamos tontos o que? Pues sí, estamos tontos, esa es mi conclusión. Y no se confundan, que no reniego de las nuevas tecnologías ni vivo ajena al mundo digital y las posibilidades de comunicar que tiene internet y todas las nuevas plataformas, bla bla, bla. De ser así, no estaría escribiendo en un blog sino cartas a la señorita Francis,  no tendría Twitter (@cuantagenterara -venga promo time-) sino que sería amiga de todas las porteras de mi barrio, tampoco estaría en Linkedin y en una docena de buscadores de trabajo ni seguiría asomándome al mundo con curiosidad por saber qué es lo último que se inventa o qué se mueve en el planeta. No nos confundamos. Yo reniego de la visión reduccionista de ver en esto la única vía para hacer las cosas, de pensar que este es el camino obligatorio y único por el que hay que pasar para trabajar como redactora creativa. El futuro no es uno sólo, y reducirlo todo a “sé cool, habla en Twitter y di chorradas para que te sigan’’ es tan imbécil como lo fueron los yupis, grandes modernos que se creyeron visionarios y que acabaron cayendo como caen todas las tendencias. Ser redactor creativo no pasa por creerse la canción de “El futuro está aquí, tu hazme caso’’ y convertirse en un repelente con ochenta mil followers. De hecho, va mucho más allá de este panorama que, lejos de ser tendencia, es un presente más que conjugado y, a juzgar por el ritmo atómico que llevamos, será caduco en breve.
No, no quiero trabajar de auxiliar administrativa, ni de tornador fresador, ni hablar portugués ni ser controller en el puerto; ni quiero ser guionista en el Club de la comedia, ni hacer vídeos y colgarlos en Youtube, ni me apetece escribir un libro de humor. No quiero tener que ser una navaja suiza laboral  (periodista-publicitaria-diseñadoragráfica-diseñadoraweb-traductora), ni quiero ser Community Manager, Communication Consulting, Marketing Wesleins Partner o Hendelein Rechufitein Executive. Pero sobretodo, por encima de todo, no quiero tener que pedir disculpas por no querer serlo. Ni quiero tener que estar aclarando, contínuamente,  que claro que cuando no pueda pagar facturas y me vea en la puta calle aceptaré esa “cualquier otra cosa" de la que siempre me hablan. Pero de entrada, lo que quiero es ser redactora creativa, insisto, o algo parecido si existe, no otras cosas. El plan B es para cuando falla el A, no para antes. Si no, el orden alfabético, no tendría razón de ser.  

“Joder tía, te estás cagando en todo y ¿aún quieres dedicarte a la publicidad?" Pues mira sí. Soy tan creativa que, incluso, soy capaz de imaginar un mundo mejor y otra manera de hacer las cosas. Y eso que lo ponéis difícil.

miércoles, 18 de enero de 2012

La última de la clase

Hoy me han preguntado por qué no trato nunca temas de actualidad en mi blog. No, perdón, concretamente me han preguntado por qué no comentaba nunca noticias o temas que se dan a diario en los medios de comunicación. Y después de tomarme unos segundos para meditar profundamente, durante los cuales he recordado también que hoy había oferta de judía tierna en el súper, me he dado cuenta que además del motivo base de todas mis decisiones (que no es otro que el “porque me da o no la gana’’) hay otra razón mucho más densa detrás de esta evasión de temas noticiables: no soy lo suficientemente inteligente. Esto es así. Pica, pero es así.
Le he dado vueltas un rato y, tras conseguir judía tierna a mejor precio y llevar dos pilas al contendor diseñado para ello (tarea que me puede llevar bien bien cinco meses entre que guardo la pila, la dejo a la vista, me acuerdo de cogerla al salir de casa y consigo recordar, una vez en la calle, que tengo que tirarlas) he decidido intentar comentar la actualidad de la semana, por seguir la máxima aquella de “el cliente siempre tiene la razón y hay que satisfacerlo”.  Pero después de una hora de leer titulares y de apretar fuerte el cerebro intentando exprimir un solo comentario inteligente y útil sobre alguno de ellos, he desistido y me he dado cuenta que no. Que ni arrojar luz, ni aportar soluciones ni comentar con propiedad ni nada. Porque eso es lo que entiendo. Nada.

No entiendo de qué va un mundo en que se desahucian familias a diario y muere  gente de hambre cada segundo (un misisipi, dos misisipis, tres misisipis, tres muertos... ojo) y en el que, al mismo tiempo, se pagan millonadas obscenas por jugadores de fútbol con cláusulas de rescisión draconianas y se invierte una cantidad escandalosa de horas en hablar de partidos de fútbol que parecen más un combate entre Dioses vs Titanes que un deporte.¿Desde cuándo no saber si los Grizzlies de Memphis o los Wesleis  de Oklahoma ganan o pierden te hace estar desinformado? ¿Cuándo fue que la sección de deportes empezó a tener vida propia y a durar tanto como lo que pasa en el mundo real? Respuestas aquí, por favor.

Decido esforzarme más con la comprensión lectora pero me atasco de nuevo al verme incapaz de entender cómo es que con la crisis mundial que se comenta que hay, haya empresas de productos de lujo (tipo cochazos, yatazos etc) con un incremento en las ventas del peroquefuerte%, y que al mismo tiempo un tal Moody’s (que a mí me suena a pub irlandés en el que sirven judías pintas con tomate y jarras de Guiness a rebosar- eh! vamos a Moody's después del curro?-) y unos tal Standard & Poors (que para mí tienen nombre de grandes almacenes ingleses donde venden jabones de lavanda y gallumbos de color cachumbero) se dediquen a bajar la nota a los países.

- Vamos a ver... Peláez: justito, ¿eh? Usted como siempre, aprobado raspado y con la ley del mínimo esfuerzo. Gutiérrez: le digo lo mismo que a Peláez y aplíquese más o nos vamos a ver en las tutorías. Nota en la agenda para sus padres. España: maaaal, tarde y mal, como siempre. Tenía usted un 4, que sumado al cerapio que ha sacado en el último examen le baja la nota y suspenso en el global. Se va usted a septiembre directo, como Trinidad y Tobago. 

Debe ser que yo no pasé del concepto de “mercado” que venía en el libro “Teo va al mercado” (base de cualquier bibliografía que se precie), según el cual vendes lo que tienes y por tantas monedas te dan tal cosa. O tal vez el problema es que soy una antigua y llevo mal esto de las nuevas profesiones como “calificador de países”.  La cuestión es que, por el motivo que sea, yo sigo sin saber si vamos a la clase del A o a la del B, lo que entra en el examen para subir nota ni cómo digo yo en casa que una compañía privada muy guay y que controla el mercado, nos ha bajado la nota. Glups.

Sigo leyendo titulares y afanándome en encontrar algo que entienda para luego comentar, pero vuelvo a encontrarme con grandes dudas que no puedo resolver: ¿cómo puede ser que se juzgue a un juez por querer investigar y destapar una montaña de mierda de tamaño considerable, y que para más cojones sean los imputados (y corruptos de agarrarse) quienes le lleven a juicio porque ah, esa no era manera de conseguir las pruebas, porque escuchar es feo y de muy mala educación, igual que señalar?

Tenemos que hablar. Hoy he ido a verte al trabajo para darte una sorpresa y… ¡te he visto jincando con otro encima de tu mesa!
- Esto…verás... pero.... ¿que es esto de venir sin avisar?! ¡¿Tú no sabes llamar antes o que !?
Eh…¿cómo?... sí, bueno…. pero es que era una sorpresa…
¡Sorpresa los cojones! ¡Eso es prevaricación! ¡Así no se hacen las cosas! ¡A traición no, Manolo, a traición no!

Ahora bien, tu construye un aeropuerto en la punta del pijo de quien quieras y con dinero público y quédate tranquilo, porque no sólo no te va a pasar nada, sino que con el tiempo y si sigues siendo así de incompetente y fraudulento llegarás a senador o, mejor aún, cobrarás toda tu vida por no hacer nada más que cascártela a dos manos. Tumbado en la pista de tu aeropuerto, si quieres, que sitio tienes un rato y no hay dios que te moleste.

Después de todo esto, y viendo que de todo el periódico las únicas secciones que comprendo bien son el sudoku y el VerTele,  se confirma lo que vengo avisando desde el principio: no soy suficientemente inteligente como para entender y comentar lo que pasa. ¡A septiembre yo también!

miércoles, 4 de enero de 2012

¡Ahí te atragantes con una uva! Ay muchas gracias

Hace cuatro días que ha empezado el año y no hay ni rastro en ningún lado de la información real y fidedigna que llevo años esperando encontrar. Y es que es acercarse el 31 de diciembre y empezar con el alud de balances del año, recopilatorios, lo mejor y lo peor, resúmenes etc., pero ojo, siempre omitiendo en lo "peor’’ lo más jugoso del año: Nochevieja, ese gran carrusel de mierdas. ¿Por qué nadie dice la verdad y se hace un balance real y sincero de esto? ¿Por qué nadie para semejante noria de boñigas que gira y gira sin parar? ¿Cómo van a tener credibilidad los medios de comunicación si cada 1 de enero sale gente en la tele diciendo que se lo ha pasado bien? Va hombre va, ¡que no nos engañen más, que nos digan la verdad!
Nochevieja empieza mal ya días antes, durante los cuales se va repitiendo, sistemáticamente y en cualquier sitio, la misma queja, ese discurso  manoseado sobre lo chusquera que es la noche de fin de año y la poca intención que, supuestamente, le pone todo el mundo al evento: “nah, no creo que haga nada… Total fin de año es una mierda”, “uy no, no salgo porque esas noches son las peores, todo carísimo, masificado...un horror”, “es que parece que hay que pasarlo bien por obligación, oye”. Este es generalmente el prólogo que se le dedica a esa noche y que siempre me hace pensar: mal empezamos, pero cuanta razón tenemos.
Dejando de lado las obviedades y los comentarios estándar, lo que realmente hace que esa noche deba abandonar la academia y pasar al puesto número uno de “lo peor del año” es el MAL GUSTO aplicado. Por no alargarme mucho, me centraré en dos de sus vertientes:
Aplicado a la ropa: ¿Por qué en diciembre ya no se  puede ir a comprar un jersey sin tener que apartar toneladas de vestidos de terciopelo modelo Murcia qué hermosa eres, lentejuelas a troche y moche, y oro y plata como para envolver bocatas para todo un pelotón de marines? Y ojo, que aunque una piense para sí misma “¿como se va a poner alguien algo así?” luego resulta que lo ve, lo ve puesto y bailando al ritmo de Mami que será lo que tiene el negro en esa fiesta a la que uno nunca quiere ir, porque salir no vale la pena, pero a la que acaba yendo “por hacer algo”. Y me pregunto: ¿es necesario lucir ese glamour del Condis? ¿Siempre ha sido así esto? ¿Hace falta vestirse con el mismo (mal) gusto con el que lo haría una Chari para ir por primera vez al Casino de San Juan de la Petaca? No, oiga, no hace falta.Y ya puestos: la chorrada de las bragas rojas de bazar de oriente tampoco es necesaria porque ni tiene gracia, ni da suerte, ni queda bien. Es una tradición tontísima que empezó de la manera más estúpida y que se ha perpetuado absurdamente con un único objetivo: hacernos parecer a todos unos tarugos. ¿Quién no ha hecho el mamarracho y se ha comido las uvas llevando unas bragas rojas de material sospechoso, prietas y feas del carajo por fuera del pantalón, o luciendo unos gallumbos rojos y de tela chungueras sobre la cabeza? Yo tampoco, pero sé de un primo de un amigo mío que sí.
Aplicado a la selección musical: que la programación televisiva de esa noche sea como para desear que algún pellejito de uva se te hubiese quedado atascado en el esófago antes de llegar a la número doce no es novedad pero tiene fácil solución: el método infalible de apagar la tele. Lo que ya me vuelve un ser misántropo y violento en estadio 6 es tener que aguantar mierda de música en una fiesta en la que pago por ir. Vamos a ver: ¿Por qué algunos de esos temas chumineros, que no hacen más que provocar cirrosis, se guardan expresamente para Nochevieja y fiestas de pueblo-de-un-solo-bar-y-un-colmado-abastecido-por- fragoneta-una-vez-por-semana? ¿Por qué en fin de año (ya sea del 1998, 2001, 2007 o 2011, es indistinto)  tengo que volver a oír a maldito Nino Bravo que sigue siendo libre como el puto sol cuando amanece, a los Sírex y la escoba de los cojones con la que barrerían tantas cosas, o a Raphael que sigue denunciando el escándalo que es un escándalo?
Eh, tú, el que pincha canciones, las canciones también se jubilan, (¡oh, sorpresa!) porque de no ser así a estas alturas aún estaríamos bailando temas juglarescos de la corte de Alfonso X cosa que, afortunadamente, hemos superado. Así que vayan tirando discos o borrando archivos, malditos, porque ya es hora de dejar de jodernos vivos poniendo Los Brincos, los Bravos, Los Mustang o Fórmula V.  Cuando oigo por decimoquinto año consecutivo perlas del año del vivir así es morir de amor o "canciones" pidiendo que la detengan quesunamentirosa, siempre, invariablemente, inicio la misma secuencia de destrucción: busco al que pincha (llamarlo dj es un regalazo que no le voy a hacer) lo miro lo peor que puedo y, aguantando esa tensión muscular que te la da impotencia, me llega la epifanía: ¿y qué esperabas, con esa cara de faltado? Porque sí, estos memos de los auriculares comparten siempre los mismos rasgos: cráneo de zoquete, pelo engominado y de punta como un gañán, mejillas rosadas de payés, dedo índice de una mano levantado hacia el cielo al tiempo que mueve la cabeza adelante y atrás y sonrisa de gilipollas que le delata y a través de la cual adivinas que ha encontrado el próximo hit con el que torturarnos. En este punto de indignación y violencia en estadio 9 pienso: ¿habrá más gente como yo en esta sala que, de tener algo más contundente en la mano que un vaso de plástico, se lo reventaría en la cabeza? Yo creo que sí, pero el estado etílico de los parroquianos me hace dudar de mi certeza.
La culminación de mi cabreo, que se ha ido gestando a ritmo del uan-tu-zrí-caramba y que está en ese punto del y-yanopuedomás-yanopuedomás, llega con la frase “¡anímate mujer! ¡Es divertido y al menos te ríes!” pronunciada por un lumbreras con chaleco y espumillón dorado a modo diadema y que baila con los mismos pasos que los gigantes que sacan los ayuntamientos en las fiestas al lado de los cabezudos. (Pausa para coger aire y controlar la fuerza bruta) ¿Divertido, de qué? Si fuese divertido oír año tras año lo mismo exactamente, seguiría riéndome con el chiste del perro Mistetas por esa regla de tres. Hacer el mamarracho mientras busco en el baúl de los recuerdos o mientras me acuerdo de que choví chová cada día te quiero más, choví choví chocví chová no hace ninguna gracia. Que sí, que ya sé que al comprar la entrada se comentaba que la música sería pachanga, pero nadie dijo que se le podría hacer la prueba del carbono 14 al 60% de las canciones y que al otro 40% se las podría hacer saltar por los aires con la bomba de King África de los huevos, que siempre grita y nunca encuentro. Ay de vosotros el día que dejen de esconderla tan bien…