Son
convenciones sociales, por lo visto. De mierda, pero convenciones, al
fin y al cabo.
A
mi siempre me ha extrañado que la mayoría de mis amigas y amigos no
tuviesen jamás la inquietud ni el interés de presentarme a sus
parejas de una manera un poco más profunda, más de tú a tú. Más
de verdad. Los encuentros con ellos o con ellas no han pasado, por lo
general, de un hola-adiós o de una conversación comodín en un
momento de tránsito, generalmente ese del "te presento a XX,
que me viene a buscar porque nos vamos a alguna parte". Y ya.
Después de esto, nada más. Durante mucho tiempo pensé que el hecho
de que mis amigos/as siguieran quedando conmigo únicamente en
formato tête à tête sin integrar nunca a su pareja tenía que ver
o bien con un problema que yo tenía, o bien con su necesidad de
estar a solas y tener su intimidad. Ya se sabe, la novedad, las ganas
esas locas de estar con esa persona, la necesidad imperiosa de
exclusividad, etc. Pero a medida que pasa el tiempo, y ves que esas
parejas duran, y ves que tu relación con el otro o la otra sigue en
aquel hola y adiós, y ves que no es que no queden con más gente es
que no quedan contigo porque con otras parejas sí lo hacen, te das
cuenta de que no es nada de eso. Es que hay reglas, y son estas:
-
Cuando tienes pareja, solo integrarás a tus amigos/as si estos y
estas también tienen. Así, las cenas o lo que sea serán siempre a
cuatro bandas, jamás a tres, no vaya a ser que no sepamos qué hacer
con la silla vacía que sobra.- Cuando quedes con tus colegas, será a solas, para hablar de "vuestras cosas y poneros al día" y ya está. ¿Añadir al novio o novia para que conozca poco a poco a tu amiga, se caigan bien y tengan algo que decirse? No, las personas solteras no tenemos ese derecho, y las separadas y las viudas lo pierden.
- Una pareja solo tendrá contacto con una persona soltera si hay más parejas o más solteros en la sala, es decir, si hay más gente. Dos más uno, jamás. Revueltos o en grupo sí, ahí parece que no incomodamos tanto.
- En el caso extraño en el que una pareja tenga un amigo o amiga soltero/a y se relacione con él o ella con regularidad, lo hará siempre con paternalismo y desde la “adopción”, como si a la persona soltera le afectase algún tipo de discapacidad y, por ello, necesitase de su asesoramiento para dejar de ser uno y subir, cuanto antes, al status que te da ser dos.
Durante años he aceptado con resignación y bastante tristeza mi papel de “amiga de oídas”, aquella a quien la pareja del otro o de la otra solo conoce de eso, de oídas y según lo que le cuentan de mi. Y tenía asumido también que el problema era mío, que era yo que no era lo suficientemente interesante para el/la recién llegado/a. Pero resulta que no, que a mi amigo el separado le pasa algo así y los otros casados ya no le tienen en cuenta como antes, y no porque tengan una relación más cercana con su exmujer, sino porque ya no tiene a quien traer y es mejor quedar a solas. Y esto mismo que me pasa a mi, le sucede también a otra amiga, también soltera, que apenas conoce a dos parejas de dos amigos distintos, chica y chico, y hace ya un par de años buenos que están en el equipo.Y me comentan también el caso de una señora que, cuando murió su marido, además de viuda quedó aislada, apartada, porque los demás matrimonios ya no contaban con ella. Y así me voy enterando de la existencia de otros (más otras que otros) a quienes les pasa lo mismo, y así es como a medida que me cuentan yo me doy cuenta.
Lo
más curioso de todo (o igual no lo es tanto y és lógica pura) es
que esta convención rancia y clasista no aplica con las parejas gay.
Conocí a X, señora esposa de mi amiga Y, un día que no recuerdo en
la entrada del teatro. Nos presentó, vimos la obra y fuimos a tomar
algo. Luego otro día volvimos a coincidir cuando la vino a buscar al
trabajo. Otra vez, la vi en su casa, a la que fui de visita para
conocer al bebé que habían tenido. Y otro día, como nos habíamos
caído bien todas las veces anteriores, me invitaron a ir a ver una
expo con ellas y su bebé.Y así, poco a poco, hemos construido una
normalidad que nos permite hablar con cotidianidad, echarnos unas
risas y tener algo que contarnos cuando nos vemos. Y no se repliega
el universo sobre sí mismo, ni nadie está incómodo. Porque no
falta nadie. Porque no pasa nada. Porque no es raro.
Después
de hablarlo durante varios días y de pensarlo mucho, no he sido
capaz de encontrarle una explicación a esta mierda de convención,
alienante, injusta y sostenida solo por el paso del tiempo y la
ausencia de empatía. Lo único que he descubierto y tengo claro es
que yo no voy a molar más por estar con alguien, y si no soy
suficiente ahora para conocer a tu pareja no lo seré de repente por
el hecho de dormir con un mismo señor de forma continuada. También
sé, y he comprobado empíricamente, que tres personas pueden
mantener una conversación, entenderse y ¡ojo revelación! incluso
caerse bien, siendo dos de ellas pareja. Y que igual me he vuelto
loca y lo que estoy diciendo es puro desvarío, pero no me deja de
parecer tremendamente triste que el criterio de selección para poder
tener relación con la pareja de tus colegas sea así de arbitrario.
Será
que a mi los impares no me asustan y las sillas vacías no me parecen
tan importantes.