miércoles, 4 de enero de 2012

¡Ahí te atragantes con una uva! Ay muchas gracias

Hace cuatro días que ha empezado el año y no hay ni rastro en ningún lado de la información real y fidedigna que llevo años esperando encontrar. Y es que es acercarse el 31 de diciembre y empezar con el alud de balances del año, recopilatorios, lo mejor y lo peor, resúmenes etc., pero ojo, siempre omitiendo en lo "peor’’ lo más jugoso del año: Nochevieja, ese gran carrusel de mierdas. ¿Por qué nadie dice la verdad y se hace un balance real y sincero de esto? ¿Por qué nadie para semejante noria de boñigas que gira y gira sin parar? ¿Cómo van a tener credibilidad los medios de comunicación si cada 1 de enero sale gente en la tele diciendo que se lo ha pasado bien? Va hombre va, ¡que no nos engañen más, que nos digan la verdad!
Nochevieja empieza mal ya días antes, durante los cuales se va repitiendo, sistemáticamente y en cualquier sitio, la misma queja, ese discurso  manoseado sobre lo chusquera que es la noche de fin de año y la poca intención que, supuestamente, le pone todo el mundo al evento: “nah, no creo que haga nada… Total fin de año es una mierda”, “uy no, no salgo porque esas noches son las peores, todo carísimo, masificado...un horror”, “es que parece que hay que pasarlo bien por obligación, oye”. Este es generalmente el prólogo que se le dedica a esa noche y que siempre me hace pensar: mal empezamos, pero cuanta razón tenemos.
Dejando de lado las obviedades y los comentarios estándar, lo que realmente hace que esa noche deba abandonar la academia y pasar al puesto número uno de “lo peor del año” es el MAL GUSTO aplicado. Por no alargarme mucho, me centraré en dos de sus vertientes:
Aplicado a la ropa: ¿Por qué en diciembre ya no se  puede ir a comprar un jersey sin tener que apartar toneladas de vestidos de terciopelo modelo Murcia qué hermosa eres, lentejuelas a troche y moche, y oro y plata como para envolver bocatas para todo un pelotón de marines? Y ojo, que aunque una piense para sí misma “¿como se va a poner alguien algo así?” luego resulta que lo ve, lo ve puesto y bailando al ritmo de Mami que será lo que tiene el negro en esa fiesta a la que uno nunca quiere ir, porque salir no vale la pena, pero a la que acaba yendo “por hacer algo”. Y me pregunto: ¿es necesario lucir ese glamour del Condis? ¿Siempre ha sido así esto? ¿Hace falta vestirse con el mismo (mal) gusto con el que lo haría una Chari para ir por primera vez al Casino de San Juan de la Petaca? No, oiga, no hace falta.Y ya puestos: la chorrada de las bragas rojas de bazar de oriente tampoco es necesaria porque ni tiene gracia, ni da suerte, ni queda bien. Es una tradición tontísima que empezó de la manera más estúpida y que se ha perpetuado absurdamente con un único objetivo: hacernos parecer a todos unos tarugos. ¿Quién no ha hecho el mamarracho y se ha comido las uvas llevando unas bragas rojas de material sospechoso, prietas y feas del carajo por fuera del pantalón, o luciendo unos gallumbos rojos y de tela chungueras sobre la cabeza? Yo tampoco, pero sé de un primo de un amigo mío que sí.
Aplicado a la selección musical: que la programación televisiva de esa noche sea como para desear que algún pellejito de uva se te hubiese quedado atascado en el esófago antes de llegar a la número doce no es novedad pero tiene fácil solución: el método infalible de apagar la tele. Lo que ya me vuelve un ser misántropo y violento en estadio 6 es tener que aguantar mierda de música en una fiesta en la que pago por ir. Vamos a ver: ¿Por qué algunos de esos temas chumineros, que no hacen más que provocar cirrosis, se guardan expresamente para Nochevieja y fiestas de pueblo-de-un-solo-bar-y-un-colmado-abastecido-por- fragoneta-una-vez-por-semana? ¿Por qué en fin de año (ya sea del 1998, 2001, 2007 o 2011, es indistinto)  tengo que volver a oír a maldito Nino Bravo que sigue siendo libre como el puto sol cuando amanece, a los Sírex y la escoba de los cojones con la que barrerían tantas cosas, o a Raphael que sigue denunciando el escándalo que es un escándalo?
Eh, tú, el que pincha canciones, las canciones también se jubilan, (¡oh, sorpresa!) porque de no ser así a estas alturas aún estaríamos bailando temas juglarescos de la corte de Alfonso X cosa que, afortunadamente, hemos superado. Así que vayan tirando discos o borrando archivos, malditos, porque ya es hora de dejar de jodernos vivos poniendo Los Brincos, los Bravos, Los Mustang o Fórmula V.  Cuando oigo por decimoquinto año consecutivo perlas del año del vivir así es morir de amor o "canciones" pidiendo que la detengan quesunamentirosa, siempre, invariablemente, inicio la misma secuencia de destrucción: busco al que pincha (llamarlo dj es un regalazo que no le voy a hacer) lo miro lo peor que puedo y, aguantando esa tensión muscular que te la da impotencia, me llega la epifanía: ¿y qué esperabas, con esa cara de faltado? Porque sí, estos memos de los auriculares comparten siempre los mismos rasgos: cráneo de zoquete, pelo engominado y de punta como un gañán, mejillas rosadas de payés, dedo índice de una mano levantado hacia el cielo al tiempo que mueve la cabeza adelante y atrás y sonrisa de gilipollas que le delata y a través de la cual adivinas que ha encontrado el próximo hit con el que torturarnos. En este punto de indignación y violencia en estadio 9 pienso: ¿habrá más gente como yo en esta sala que, de tener algo más contundente en la mano que un vaso de plástico, se lo reventaría en la cabeza? Yo creo que sí, pero el estado etílico de los parroquianos me hace dudar de mi certeza.
La culminación de mi cabreo, que se ha ido gestando a ritmo del uan-tu-zrí-caramba y que está en ese punto del y-yanopuedomás-yanopuedomás, llega con la frase “¡anímate mujer! ¡Es divertido y al menos te ríes!” pronunciada por un lumbreras con chaleco y espumillón dorado a modo diadema y que baila con los mismos pasos que los gigantes que sacan los ayuntamientos en las fiestas al lado de los cabezudos. (Pausa para coger aire y controlar la fuerza bruta) ¿Divertido, de qué? Si fuese divertido oír año tras año lo mismo exactamente, seguiría riéndome con el chiste del perro Mistetas por esa regla de tres. Hacer el mamarracho mientras busco en el baúl de los recuerdos o mientras me acuerdo de que choví chová cada día te quiero más, choví choví chocví chová no hace ninguna gracia. Que sí, que ya sé que al comprar la entrada se comentaba que la música sería pachanga, pero nadie dijo que se le podría hacer la prueba del carbono 14 al 60% de las canciones y que al otro 40% se las podría hacer saltar por los aires con la bomba de King África de los huevos, que siempre grita y nunca encuentro. Ay de vosotros el día que dejen de esconderla tan bien…

1 comentario:

  1. Quina gran selecció de hits! XDD Podries fer un recopilatori en cassette BASF de 90!

    ResponderEliminar