martes, 3 de abril de 2012

Prêt-à-vomiter


Pues fíjate tú que ya estamos con la cabeza metida de lleno en el entretiempo, esa época del año en la que florecen las combinaciones de ropa tan psicodélicas como extremadamente absurdas; esos días en que los calcetines molestan como si estuviesen fabricados de lana gorda y carbón encendido y vas a todas partes con chaquetas y ropa sobrante en la mano; esa época de vestir a parches porque cómo-se-nota-ya-el-calor, sí-pero-cuidado-que-luego-refresca, y sí-además-no-tengo-ninguna-chaqueta-de-entretiempo-que-me-abrigue-lo-justo.
Zara y sus secuaces ya hace semanas que sabían que llegaría este momento y llevan todo este tiempo (desde febrero, de hecho) exhibiendo lo que las revistas denominan "los musts de esta primavera-verano", "lo que se va a llevar", "lo más trendy" . Observo lo que  Vogue, Elle y modernísimas bloggers de moda consideran “imprescindibles” y cosas que “no deben faltar en tu armario para ser cool total” y me tomo unos momentos para decidir si me va a dar más por la cagalera súbita o por la risa psicópata. Y es que temporada tras temporada me sorprendo haciéndome la misma pregunta: ¿esta mierda se va a llevar? O ¿esto se lo va a comprar alguien, en serio? Porque sí, habrá tendencias elegantes, líneas que estilizan y colores que favorecen, estampados arriesgados y combinaciones estilosas, vale. Pero algún zurullo que otro también se les escapa a los Señores de la Moda, no nos engañemos, así que he hecho una lista para todos aquellos escépticos que se olvidan de esos grandes errores de las tendencias:

-     Las sandalias de cuello alto. Mi más absoluta incomprensión. ¿A qué se debe esa moda extraña de llevar el tobillo cociéndose a fuego medio y los dedos al aire? Ni encerrando a 60 científicos y 40 zapateros en un búnker durante semanas encuentran entre todos una manera mejor de cortar, achatar y ajamonar la pierna de una mujer. Gracias, cabrones, por sugerir que llevar una sandalia que parece un calcetín con un gran tomate por donde asoma todo el pie sea lo último. ¿Qué será lo primero? Me viene un escalofrío justo después de cerrar la interrogación.

-     Los shorts. Una prenda mona, graciosa, juvenil y apropiada únicamente para chicas altas, flacas y de 14 años que van de campamentos al río. No hablo de bermudas, conste, prenda que, dicho de paso, únicamente sienta bien a altas y delgadas una vez más. Hablo del short pretuno, del pantalonsito de reaggetona, de ese minúsculo pantalón vaquero ceñido y mil veces más eficiente que el colesterol para provocar trombosis. ¿De donde sacarán esa mala leche a la hora de sugerirnos looks? Si quisiera parecer Regina dos Santos me pintaría de marrón, me cardaría mucho el pelo y me pondría pechazos, pero shorts de fulana (y no me refiero a la amiga de mengana) jamás. Porque llevar medio cachete al aire o levantarse de una silla de playa con rayas horizontales atravesando los muslos no es bonito ni cómodo ni práctico. Es tacañería del fabricante, caballeros.

-    Los vestidos a ras de césped, o la imposibilidad de encontrar un vestido que no me haga enseñar el choto cuando me agacho. Ahora resulta que es “super trendy” llevar un look “preppy” compuesto por un vestido orea-chumino que te tapa algo únicamente si estás de pie y muy tiesa, porque a la que una se sienta o se agacha ¡Tachaaaaan! ¡Hello moñate , goodbye dignidad! Panda de cabrones... ¿por qué no sugerís unos pantalones con un par de agujeros bien grandes en la bragueta para que al sentaros los huevos os topen con el acero frío de la silla? Verías tu qué risas y como se dejaban de hacer vestidos-blusas.

-    Llevar tacón no significa parecer drag queen o tullida. Puede resultar obvia esta afirmación pero, a juzgar por el grado de hijoputismo con el que hacen los zapatos, yo diría que estoy descubriendo algo serio. Zapatos con un tacón tan alto y tan fino que no te aguantas  derecha ni en el probador. Stilettos tan exagerados que con eso no se anda y menos aún se corre así que ya te estén atracando, se te escape el bus o venga un misil de cara, no se te ocurra alterar tus pasos de geisha si quieres conservar los molares en su sitio. En resumen: zapatos tan altos que sólo sirven para que los ligamentos cruzados acaben siendo paralelos o para sacar las piernas de una limusina (sin levantarse, claro, eso ya hemos dicho que no se podía). Eso por no hablar de esa especie de medio-botín-medio-zapato con plataforma, que vienen con su ristra de cupones de regalo cuando vas a pagar, porque de los ortopédicos de cojo a éstos hay muy poca diferencia. Pero son preciosos y estilizan la figura, sí. Claro que llevar un mástil ensartado por el culo también hace más alto y oye, se te queda la espalda erguida que es una gloria.

-     Los trikinis, una diabólica amalgama de lycra que debería ir siempre acompañada de riñonera, gafas de sol TruColor del Teletienda y un ventilador chiquitito de esos a pilas para acabar de darle el look tarugo al asunto. El trikini es el mayor insulto que nos han hecho jamás a las tías. Como si no fuese ya bastante difícil salir del agua sin que se te meta la braga por el culo, uno de estos garantiza tener media cacha fuera, un cuarto de pezón al aire, un par de michelines espalderos que antes no tenías y el bronceado más tonto de toda la playa. ¿A quien habrá que agradecerle este elemento tan “in” y con tanto glamour? Por enviarle un par de sobrasadas, digo.

La lista de grandes aberraciones y sugerencias de moda incluye otras perlas como las bambas con taconcito; la fiebre por hacer que todo sea strecth-ajustado-entallado-ceñido que marque hasta el páncreas; las botas-descanso con pelo de yak de Albacete ideales para los días de invierno gélido que tenemos aquí en el tirol español; las zapatillas de estar por casa modelo carcamal para lucir por la calle con unos dockers y un pijo naftalinero dentro; el estilo pin-up patrocinado por Bershka y que ha condenado al horterismo a todo un universo iconográfico; las botas altas por encima de la rodilla modelo Luis XIV que han contribuido a la recuperación de nombres tan ilustres como Aramis, Portos y Athos… y un largo etcétera de mierdinguis que todos intentamos olvidar.

Lo que me indigna de todas estas truñer propuestas de moda es la coartada que se usa siempre para defenderlas: la incomprensión. Si te parece ridículo llevar zapatillas de señor para ir por la calle significa que es una tendencia demasiado elevada para tí, pobre mortal sin visión de futuro. Por eso parece que sólo entienden de moda los asindromados que, con voz nasal tipo retraso mental aristocrático, anuncian desde sus  videoblogs los artículos ultra imprescindibles que son “lo más”, “súper trendy”, “cool” y que “no puede faltar en tu armario” si quieres ser alguien esta temporada. Y hala, todo el mundo a decir chorradas amparados en  el paraguas de la modernez incomprendida. Y venga, todo el mundo a creérselo y a repetir las mismas tonterías que se vienen diciendo desde hace años sobre los tacones altos, supuestamente tan femeninos y tan cómodos que te sientes más mujer con ellos y, ojo, que además llevan añadido un plus de orgullo por saber sufrir para parecer estilizada. Si nos convencieron para decir esto de unos "zapatos" que deforman el pie, hinchan las piernas y dan dolor de espalda, lo demás es sólo cuestión de tiempo y de poco criterio. 

De la moda no se salva nadie y el que más o el que menos ha tenido pantalones de campana, ha llevado tacón destroyer o ha lucido vaqueros con agujeros en algún momento. Y claro que cuando nacieron las hombreras nadie sabía cuánto nos íbamos a reír de ellas unos cuantos años más tarde; y que todos los que las llevamos en algún momento queremos caer al suelo fulminados por un rayo cada vez que tu madre enseña Esas fotos. Pero una cosa es vivir en tu tiempo y vestir más o menos a la moda, y otra muy distinta definirse a través de ella y decir cosas como (póngase otra vez voz de pijo mónguer) “yo es que soy un fanático de los zapatos”, "donde se ponga un taconazo que se quite cualquier cosa",  “me apasionan los bolsos y puedo tener doscientos, o sea, tranquilamente”, “mi estilo es el hippy-chic y a veces casual pero trendy”, o “yo soy una fashion victim”. Cuando oigo este tipo de disparates, muy en la onda del nuevo y fantástico spot de Loewe y sus protagonistas discapacitados, me vienen a la cabeza dos breves reflexiones:
1-   víctima de la moda es esa señora de la India que cose ropa durante dieciocho horas en un taller de mierda e insalubre por 1 € al día
2-   ¿Fanático de la moda? ¿cool y trendy? A ti lo que te pasa es que eres gilipollas.

4 comentarios:

  1. Que arte y que pechá de reir... ¡Toda la razón!

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  2. pa lo que queda ya da igual. [El fin del mundo de la moda] https://www.youtube.com/watch?v=bY97mhUF1k8

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  3. ¡Gracias por comentar y por el vídeo!

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