jueves, 2 de febrero de 2012

El efecto sorpresa

(en el bar)
-¡Coño qué frío, tú! Está nevando en un montón de sitios ¿eh?
-Eso dicen por la tele. La ola siberiana esta, no veas…
- Mi cuñado, que vive en Caldos de Brea me ha enviado esta mañana una foto  y estaba todo blanco!
- Qué cosas, tu..

(en el gimnasio)
- (…) me ha dicho mi madre que por ahí también nevaba. Y dicen que va a seguir.
- Yo cuando me he levantado nevaba. Luego ya ha parado, pero sí que dicen que ahora paraba pero que esta noche más.
- Siiiii ¡¡yo también!! Me he levantado y ¡¡caían copos!! No cuajaban ¿eh? Pero sí, tu, me he quedado…

(en el súper. Concretamente en la carnicería)
- (a grito limpio y con tono enfermera de geriátrico) ¡¡Carai Sra. Carmen, la veo abrigada hoy ¿eh?!!
- Hombre hijo, ¿tú sabes qué frío hace?  De verdad que sí¿eh? Es que no se puede estar en la calle que te quedas como un pajarico.
- Yo me he tenido que poner esta chaqueta gorda, porque hoy ni yo lo aguanto.
-Terrible. De verdad que sí. Yo no sé… esto no es normal. Como siga así…

Todas estas conversaciones tienen dos cosas en común: unas estructuras gramaticales que dan pena y, para mi pasmo, algo peor: el aire de sorpresa. En serio, ¿qué carajo tiene de sorprendente que pegue frío en invierno? Pues ya te lo digo yo: entre nada y menos aún. Hombre, si me dices que vamos abrigados hasta la inmovilización y con pinta de peluches esquiadores en pleno julio, te digo vale, coño, sorpréndete entonces. ¿Pero en febrero? ¿Qué te esperabas, alma cándida? Que sí, que por aquí no acostumbra a nevar nunca, pero a ver… ¿Es la primera vez en tu vida que te das de frente con el concepto nieve? ¿Es la primerísima vez que, en toda tu existencia, sientes que hace frío y de ahí tu perplejidad? No te digo nada cuando nos invada algún ser superior de Ganímedes o de Zhyron… ¿cómo te vas  quedar? Y a ver qué cara de asombro le pones, porque la de “¡oh sorpresa!” ya la has gastado hoy fascinado con el frío.
Dándole vueltas a la chorrada esta de la nieve inesperada (anunciada ya hace una semana larga ¿eh? pero  para la mayoría sorprendente igual) he recordado varios momentos en que, valga la redundancia, me sorprende la sorpresa que generan algunas cosas que se dan, invariablemente, cada maldito año (o casi). A saber:

El calor. Ese día de julio-agosto que pega tal calicha que no sabes si quemarte vivo, a ver si las llamas te traen un poquito de brisa al moverse. Ese día (típico) de verano también es una sorpresa, porque no das crédito a tanto calor, te parece insólito y necesitas comentarlo. Además, generalmente, en la tele se lanza el dato que te va a dar la razón, algo así como “hoy el día más caluroso de lo que llevamos de año’’ y que te concederá la coartada perfecta para activar el /mode sorpresa : ¿Lo ves Antonio? Si es que este calor no es normal, ¡¡si lo dicen hasta por la tele!! . En realidad han dicho “de lo que llevamos de año”, no de lo que lleva el planeta Tierra en órbita, cebollo, pero da igual, porque la excepcionalidad, para la mayoría, no es algo que necesite ser contrastado. Que fuera hoy, 2 de febrero, un día de esos en que se te funde hasta el alma y levantarte a por algo se salda con un balance de dos litros de tus propios fluidos invertidos en ello, te digo, vale, notición, sorpresa y alerta naranja, si quieres. ¿Pero en julio? ¿Qué esperabas? Entiendo que tampoco ayudan nada los datos de adorno que acostumbran a ponerle a estos temas, tipo “han dicho en el tiempo que no hacía una ola de calor así desde el 68” (aplíquese este mismo ejemplo para el caso anterior sustituyendo “ola de calor’’ por “temporal de frío”), por eso la cosa siempre parece más y nueva. Pero, si se fija uno, esto de las comparaciones con años anteriores se viene haciendo desde siempre, con la diferencia de que cada año cambia el número. Si este año “no hacía un tiempo así desde el 68”, el que viene será  “desde el 74”. No se me ocurre información menos útil y menos relevante que ésta. Porque vamos a ver, ¿qué significa eso, exactamente? ¿Que estoy sudando hoy lo mismo que alguien que estuvo en Barcelona ese año que se parece tanto a este calurosamente hablando? ¿Qué una ola de calor así no se daba desde el 74 pero, si a este verano le da por tener cinco días mas de temperaturas grado vulcano, se podrá comparar entonces con la ola que se dio en el 81? No me sirve de nada esta mirada histórica, sinceramente y, por encontrarle un uso, sólo confirma mi estupor: si esto ya ha pasado antes ¡de qué tanta sorpresa!

Las señoras afincadas en la puerta de El Corte Inglés el primer día de rebajas. Qué fenómeno tan extraordinario, sí. Desde el año 45 que existen estos almacenes ¿no? Ponle que las señoras cortas de entendederas empezaron a amotinarse en la puerta para ser las primeras de las rebajas en el año 50, por decir algo. Qué llevamos, ¿sesenta y dos años con la movida esta de las carreras de momias? ¡Pues aún son noticia! Aún se trata el asunto como si fuese relevante y algo que nadie espera encontrar. Si hicieran algo por actualizarse y, qué sé yo, fueran todas rapadas al cero y con bates de beisbol, por ejemplo, te diría: hombre, eso SÍ sería una sorpresa. Eso sí sería innovar, innovar y acojonar a los seguratas, eso también. Desde luego, ese plano general de hordas de señoras calvas y armadas con palos de madera entrando al Cortinglés a por bragas baratas sería impagable. Una noticia como Dios manda, me vais a decir que no…

El candidato del partido Tal que “madruga para ir a votar(se)” cada vez que hay elecciones. Desde que tengo uso de razón y memoria (cosa que no va, ni muchos menos, a la par) han venido emitiendo esta mierdernoticia en todos los telediarios cada santísimo día que ha habido elecciones, generales, provinciales, da igual. “El candidato por el partido Tal ,Jose Miguel Tal ,y su esposa han madrugado esta mañana para acercarse al colegio electoral de Nuestra Señora de la Inmaculada Trinidad y ejercer así su derecho a voto”.  “El candidato Tal del partido Tal ha sido de los más madrugadores esta jornada electoral, bla bla”. ¿Dónde está la sorpresa, a ver, en que madrugue o en que vaya a votarse? Porque si es por madrugar, no lo veo: poco interés le pondría a su propio negocio si bajase a votar como lo hacemos el resto, por la tarde, desgreñado y con el pijama debajo de los pantalones. ¿Lo extraordinario qué es, entonces, que vaya a votarse? Pues te digo lo mismo: poco interés iba a demostrar si ni él mismo participase en su propio juego. Nos ha jodido… Que ese señor saliera de su casa cualquier tarde y se fuese a ese colegio, sin avisar, rodeado de seguratas y anunciando que va a votar a su rival, SI sería sorpresa. Que fuera en pelotas, ataviado únicamente con unas babuchas y tocando un órganoflauta Casio también sería sorpresa. Y raro. Y un delito, igual también. Pero el día de sus propias elecciones, que se ve venir hace semanas, que se levante prontito para ir con su señora a votarse a sí mismo, sinceramente, ni es asombroso ni entiendo tanta manía de repetirlo como si fuese algo sorprendente.
Y luego se cachondean de los niños que pueden estar horas jugando a aquello del (esconderte tras tus propias manos) –¡Taaaat!- (esconderte tras tus propias manos) -¡Taaat! (y así hasta el infinito) y sorprenderse igual la primera vez que la número noventa y siete. Pues anda que se evoluciona mucho más, luego...

No hay comentarios:

Publicar un comentario