lunes, 18 de abril de 2011

¡Cómete el pollo!

  No descubro América si digo que en la vida, como en todo, hay categorías para las cosas. En el mundo de la tónica, por ejemplo la Schweppes es a la Nordic Mist lo que un Seat Panda a un BMW. Y no es lo mismo hacer deporte con unas bambas Victoria, que por modernas que sean ahora siguen siendo cutres, que hacerlo con unas Nike equipadas con sus cámaras de aire y sus aislantes varios. Hay categorías, lo que yo decía.
Pero es que hoy me he dado cuenta que también hay categorías para las emociones y los estados de ánimo. Es una especie de jerarquización que sitúa a algunas emociones en el ámbito de lo público mientras que a otras las relega a la clandestinidad. Todo estado anímico que sea del segundo grupo, como por ejemplo ''estar cabreadísimo'', no debe mostrarse en público tal y como se siente. Si te pasa eso, tienes que callarte, disimular o sacar la flema británica que convierta el ''me cago en tu vida, vaya putadón que me has hecho, pedazo de mamón'' en un ''disculpa, pero creo percibir que me has ocasionado alguna molestia, tú, gran lactante''. Esto es tan tonto y tan absurdo como pretender oír un ''perdona, me acabas de pillar un huevo con la bisagra de la puerta'' con sosiego, calma y sin que al perjudicado le salten las lágrimas (como poco).

Con la broma de la elegancia y de ''quedar como un señor'', nos han timado pero bien. A ti alguien te hace una putada monumental, de esas de pero-serás-cabrón y que te duelen desde el minuto cero, y ¿qué haces? Nada, porque ''no vale la pena''.¿No vale la pena enfadarse? ¿No vale la pena que algo te duela? No vale la pena ¿qué? ¿comunicarlo? ¡Mentira! Lo que pasa es que nos han vendido el fenómeno tragarse el cabreo y comérselo solito en casa como el colmo de la dignidad y la elegancia, y así vamos por la vida: con enfados por resolver, la bilis tan corrosiva como la mierda de paloma y un montón de información pendiente de publicar que,de soltarse, probablemente evitaría muchos problemas. Pero no, el cabreo no se enseña hombre, que es mucho mejor ''quedar como un señor'' y ''no perder los papeles'' (Nota mental: averiguar qué pone en esos papeles que hace que sea tan importante que no se pierdan)

Nos obligamos a no demostrar el cabreo porque eso nos puede llevar a montar una ''escena''. ¿Qué ostias es una escena? Momento r.a.e: ''cada una de las partes en que se divide el acto de la obra dramática, y en que están presentes unos mismos personajes''. Aquí no dice nada sobre disimular lo que te pasa, no llorar en público o no manifestar tu estado, me van a perdonar. Con lo cual, me pregunto: ¿de qué me tengo yo que esconder en pro de la elegancia? ¿Por qué no es chic demostrar que llevas un mosqueo imperial? ¿por qué hay que disimular y encajar las cosas como un puto ninja que ni siente ni padece? Porque nos han vendido que hay algo mucho mejor: la indiferencia. Y me pregunto yo: esta mierda de la indiferencia molona ¿de dónde ha salido?¿Es mejor para quién? Para el que se queda el rebote dentro, no, eso seguro. Pero claro, el cabreo es de segunda regional y, ya se sabe, es mejor que no salga y que no se hable de él, porque hace feo.

El aburrimiento atroz tampoco luce. Tu estás hasta el huevámen de estar en algún sitio o de aguantar a alguien, y ante la pregunta ''¿te aburres?'' o ''¿quieres que nos vayamos?'' ,tú qué dices: ''nooooo, hombre, es solo que estoy cansado''. O ''no no, por mí no te preocupes, si estoy la mar de bien''. ¿Por qué mientes, fullero? Si en realidad vas loco por que abran el corral y poder huir de la brasa que te están dando... Pues se miente porque decir que ''sí'' a alguna de esas dos preguntas, según nos han dicho, ''hace feo''. Es de mala educación. Es grosero y hay que aguantar la tostada hasta que el otro se canse o te mate de sopor. Pues no me da la gana. ¿Por qué no puedo contestar a la pregunta? Lo lógico sería poder decir que sí, que para eso han preguntado. Pero claro, quedas mucho más elegante si aguantas el chaparrón y te cagas en tu mala suerte (por dentro y sin que se note, sobretodo).

Montar un pollo/escena/numerito es algo que, de tanto ver belenes estébanes y demás escoria por la tele, ha quedado relegado a algo ordinario que sólo los canis, garrulos descerebrados de gran hermano y demás quillería televisiva pueden hacer. Y me indigna mucho que semejantes palurdos me quiten un derecho universal y deformen un concepto que, en realidad, no tiene nada que ver con gritar verduleramente o pegar coces. Yo hablo de recuperar la versión civilizada del término: el derecho a estar como estés y que tu expresión sea coherente con lo que te pasa. A demostrar lo que uno siente tal como es y con el tono que corresponde y no en función de lo bien o mal que vas a quedar. Porque si estás ofendido, lo estás, y tienes derecho a decirlo sin parecer Pedro Piqueras soltando el telediario. Y si estás indignado lo estás, y debes poder comunicarlo con la vehemencia que se merece. Pero esto no va así, porque la moda ahora es ser estoico y enseñar sólo lo que el mundo consiente: los estados de primera.

Un estado de primera es la preocupación. Si estás preocupado sí que puedes dejar que se note, porque el aire ese circunspecto te queda bien, te da un rollo como interesante. O si eres un soseras sin opinión que no tiene nunca nada que decir tampoco pasa nada, porque eres callado y también quedas bien en cualquier reunión. Si estás cansado también puedes dejar que se note un poco, sin abusar que luego te tildaran de quejica, pero en su justa medida te hace parecer alguien con una vida intensa, así como guayón. 
Si estás otras cosas y actúas en consecuencia cuidado, porque o eres un histérico y un dramático o un chabacano que pierde los papeles.
Que este juego del disimulo se haya perpetuado en el tiempo es culpa de expresiones peliculeras y estúpidas como ''¿me vas a montar un numerito?'', o ''mira, cuando te calmes, si eso, ya hablamos''. ¿Cuando me calme yo? Manda cojones...No hay nada mejor para hundir al contrario que hacerle creer que el loco y el cabrón es él, y lo increible es que esta táctica tan burda de confusión sigue funcionando por años que pasen. A mi, personalmente, la expresión que mas me jode es el ''No te enfades, mujer'', porque me parece un insulto en toda regla. ¿Que no, qué? No ME enfades TÚ, gañán ¿o te crees que me enfado sola, así como por ciencia infusa? Un cabreo no es un estornudo, que se presenta por sorpresa y se puede amortiguar. Es lo que es: la consecuencia directa de una putada, y tiene dos implicados: el responsable (y ejecutor del acto desafortunado) y el que lo sufre (el cabreado). Y no son roles intercambiables. Que no me enfade, dice... que mal momento has ido a elegir para pedirme favores, hijo.

Lo que yo no entiendo es quien decidió, un día, que algunos sentimientos eran de primera y otros de segunda. ¿En qué momento nos vendieron la moto y nos explicaron que ''quedar como un señor'' pasaba por guardarse la mierda ajena dentro? ¿Qué estreñido dijo que era más elegante y más digno no decir las cosas con la pasión que merecen? A mi me da igual donde carajo se me hayan podido caer los papeles de marras o cuán tocada crean algunos que tengo la dignidad. Si estoy con un rebote histórico y tengo razón, si estoy tan irritada que pierdo el tono neutral de contestador automático, si me da por llorar y cagarme en algo o si hablo con la contundencia que mi estado emocional reclama, estoy montando un pollo, sí, y estoy en mi derecho.

1 comentario: