viernes, 29 de abril de 2011

Inteligencia superior

Qué listas son las madres. Los padres también, sí, pero es un tipo de sabiduría distinta, más práctica, más terrenal...lo suyo es más tipo McGiver. Lo de las madres es algo sobrenatural, es una sabiduría distinta, ancestral diría yo. Yo creo que entre los 9 meses de huevo kinder y el momento horrible del parto, pasa algo a nivel cognitivo-cerebral-universal que escapa al entendimiento humano. Lo suyo es omnisabiduría. Porque saben mucho y de todo.

Para empezar, las madres son expertas en finanzas y contabilidad. Saben cuánto vale todo y son capaces de hacer previsiones de durabilidad del dinero con exactitud matemática. ''Mama, ¿me das 20€? ''¡Cómo! ¿ya te has gastado lo que te di el martes?¿cómo puede ser si sólo tenías que comprar nosequé y vale tanto?'' o ''Toma 5€ y bájate a por leche al súper y subes también el periódico y el pan''. ''¿Tendré bastante con 5€?'', ''¡Hombre! Es que como no tengas bastante apaga y vámonos. Te tienen que sobrar unos 89 céntimos más o menos''. Y tal cual, oye, porque el margen de error era máximo de 2 céntimos. Ni el señor friki de la pizarra que suma en vertical berreando ''aaaaaaaaaaaazurupeliertricueentrcuatro!'' es tan rápido y eficaz calculando como mi madre.
Las madres, por ser madres, también son notarios. Ellas certifican y avalan, con una autoridad pasmosa, lo que haga falta. Las función de notario se manifiesta, por un lado, cuando tu madre es la que hace de jueza olímpica de todas tus volteretas en el agua o tiramientos por el tobogán. La secuencia ''mámaaaa, míra como me tiro, mirameeeeeeeeeeee, mamaaaaa!'' no deja de repetirse hasta que ella te da el '''muy bien'''. Sin esa certificación notarial, ni te quedas tranquilo ni dejas de dar porculo. Necesitas esa aprobación para seguir viviendo y que tu vida tenga sentido y, para ello, tienes que insistir hasta que te caiga una bronca por plasta o hasta que tu madre, a punto de ser canonizada y elevada a la categoría de santa, te de el ''muy bien''.Y cuando eso pasa, ya pueden venir los de la Real Academia y darte una butaca con letra que a tí, después de eso, te la sopla todo, porque como un ''muy bieeeeen cariño'' de tu madre, no hay nada en el mundo.  Las madres certifican, tienen la verdad universal y, si ellas dicen algo, es que es así: ''Mama, cuánto falta para llegar? es que tengo ganas de vomitar...'' Ella: ''nada cariño, si ya casi estamos. ¿Ves esas luces de ahí al fondo? pues el pueblo es ahí mismo ya. Descansa un poco que estamos enseguida''. Tú, pobre incauto, las luces esas no las veías nunca, pero como te acababas durmiendo con el colocón de coche que llevabas, cuando te despertabas doscientos quilómetros después, ya habíais llegado. ¡Dios mi madre, que exactitud de GPS! Por eso siempre se fía uno de lo que diga su madre, sea lo que sea, porque autentifican una verdad absoluta e inamovible que siempre se cumple. ¿Que los reyes no vienen hasta que te duermes? A las 21:00 p.m zulú estás tu ya en la piltra y apretando, a ver si vas a abrir un ojo y se van a ir porque les cortas el rollo. ¿Que en la piscina no te puedes mear porque si lo haces te verás rodeada por un círculo rojo, todos se reirán de tí y te llamarán meona? Pues nada, a aguantarse y a pedir que te acompañen al baño. ¿Que te duele la tripa porque te has puesto cieguísimo a chuches y ahora peligra la excursión del cole de mañana? Confirmación de experta: ''¿Que te he dicho yo mil veces de las chuches ? ¡la próxima vez me harás más caso! Anda, tómate este jarabe y a dormir.Y ya veremos como te levantas mañana ''.
Claro, es que a parte de ser financieras y notarias, tienen una licenciatura en medicina general con especialidad en todo. Diagnóstico relámpago de tu madre: ''Ui, tú no estás fina. Ven a ver que te mire... Uuuuuhhh, tienes unas anginas de caballo (siempre de caballo, si no, no son lo más) y una fiebre tremenda. Tómate esto después de este yogur (zasca, ya te habían encasquetado un yogur por la cara) y antes de dormir te tomarás otro''. También pasaba al revés, cuando eras tú el que iba a su consulta: ''mama, mírame que tengo aquí que me pica'', ''¿a ver? nah, no es nada. Ven que te ponga pomada y mañana ya está''. Y así era, tú. Joder con la doctora Quin...

A lo tonto ya sumando tienen tres licenciaturas, a las que hay que añadir la habilidad de encontrar cosas. Tú escondes en tu casa un paquete de tabaco a un amigo (el típico amigo que todo el mundo tiene). Lo escondes tanto que luego ni tú sabes luego dónde carajo lo has metido y no te lo puedes ni fumar porque no lo encuentras. Pero no te vayas a preocupar, que ya vendrá la zahorí de los cojones y lo localizará para que, cuando llegues a casa, te encuentres con el paquete de tabaco encima de la mesa y a tu madre esperándote con la cara de ''vente pa'ca que vamos a hablar tú y yo''. Y claro, explícale tú que no es tuyo, que ni siquiera has fumado porque no lo encontrabas y demás ostias, que esa conversación sólo acababa con un ''ya hablaremos cuando venga tu padre''.
Mi madre no sólo encontraba cosas sino que también las hacía aparecer. Situación clásica en mi casa: (gritando desde donde estuviera) ''mamaaaaaaaaaaaaaaaaa, ¿donde está la camiseta rosa que me gustaaaaaaaaaaa?''. Respuesta: ¿dónde va a estar? ¡En su sitio! (gran pista, si señor). Tú (gritando también): ''que nooooooo, que ahí no estáaaaaa, que ya he buscadooooooo''. Ella: ''¡Busca bien que verás como si voy yo sí que lo encuentro!''. Para empezar, ''buscar bien'' es un concepto que a día de hoy me sigue fascinando y, para continuar, era imposible que ella sí lo encontrara, porque habías mirado doscientas veces en doscientos sitios. Por eso tú, chulito de la vida y crecido porque sabías que esa camiseta NO ESTABA, la esperabas en tu cuarto, como retándola en duelo. Y era venir ella, y ¡zascas, ahí que aparecía la camiseta de los huevos! Que rabia... ¿¡Cómo puede ser?! ¡En el último cuarto de hora, que tú te habías pasado pila de ropa p'aquí pila de ropa p'allá, esa camiseta no estaba! Al final llegué a la conclusión que mi madre tenía una trampilla secreta a mitad de pasillo, de donde sacaba todas las cosas inencontrables con el único propósito de dejarme con cara de boberas. Y es una hipótesis que mantengo y que mi padre se encarga de seguir validando, porque él tampoco encuentra nunca esas cosas que ''verás como si busco yo si que están''.

Ahora bien, lo que más me fascina de las madres es que son, para jodienda nuestra, pitonisas y clarividentes. Si tu quieres esconderte de algo, tienes una información secreta o estás un poco torcido por lo que sea:¡sal del país cagando leches! Exíliate, vete a un campo de refugiados, desaparece de la faz de la tierra, cambia de identidad o lo que sea, pero ¡no vayas a casa!! Porque sólo entrar por la puerta y cuando aún tengas un pie en el Bienvenidos, tu madre te dará caza. ''Uuuuuhhh, ¿a qué hueles tu...? ¿has estado fumando ,eh?'', ''no mama, que va!'', ''que va ni que vu ni que ostias, lo sabré yo que hueles a fumadero que tira patrás!'', ''es que he estado en un bar donde todos fumaban...'', ''¿tú me has visto a mi cara de tonta, no? anda pasa p'adentro y quítate esa peste''. Para un pitillo rebelde que te fumas por chulear, y la mujer biónica que es tu madre lo nota desde el recibidor. Increible.
O bien entras a casa después de una día un poco reguleras (esos días de adolescente imbécil en que tu vida es un poco como una mierda inmensa) y con sólo decir  ''Hola''  al entrar, ella ya tiene lo necesario para desplegar sus poderes: ''Uuuuhhh, ¿venimos torcidos hoy, eh? ¿se puede saber qué te pasa?'' .Tú: ''nada''. Ella'' uuuui nada...¡te conoceré yo, que soy tu madre y te he parido...! a mi no me engañas... que no me lo quieras contar es otra cosa, pero a ti te pasa algo seguro, vamos''. Estas escenas a lo Anthony Blake me siguen dejando atónita aún hoy con la lejanía. Qué poder mental.
Lo peor para mí siempre ha sido la pregunta emboscada. Eran esas que te dejaban congelado y que te secaban la garganta en dos nanosegundos porque, además, te pillaban a traición: a medio pasillo o cruzando la puerta, pero siempre de espaldas a ella: ''¿Tú no me tienes que contar nada?''. Este tipo de preguntas tenían siempre un aroma a Santa Inquisición que te hacían apretar el culo inmediatamente como acto reflejo, porque pensabas ''¡¡Coooñio! ¡¡Ya lo sabe, la tía!!! ¡¿pero cómo!?''. Cerebro:/archivo/abrir/controldegestos/muecasfaciales. Respuesta: ''¿yo? que va, mama....'' . Pero ni poniendo el mejor rictus de poker stars arreglabas tu cara de flipe ni te salvabas de que te pillase por banda y te diera el golpe maestro: ''bueno, bueno...ya me lo contarás tú cuando quieras...''. ¡¡¡Iiiiissssssshhh!!!! Se me eriza el espinazo aún al recordarlo. Definitivamente, como agente de la C.I.A mi madre habría llegado a generala.

A todas estas habilidades hay que sumar la de mánager (es tu mejor promotora y la que mejor hablará de tí, siempre), la de confidente (mejor no se lo contamos a tu padre, porque se va a enfadar, y con razón), la de visionaria (... esto va a acabar como el rosario de la Aurora.. y si no, ¡tiempo al tiempo!) y la de inspectora de sanidad (''te has lavado bien las manos? a ver que las vea yo'' o ''¿has limpiado tu cuarto? ¿pero bien? voy a ir a ver, ¿eh?'' -5 minutos más tarde- ''¡Esto no está limpio!''...) y así, un largo etcétera de gestos de sabiduría y destreza mental que me hacen pensar que las madres, la mía por lo menos, tienen poderes. Ah, y lo saben todo.
Tanto Wikileaks y tanta ostia...pandilla de aficionados.


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