domingo, 8 de mayo de 2011

Me pilla cerca

Los de la tele aún no saben que hay una cosa que a la gente le gusta mucho más que la mierda de vida de los famosos: la vida de los próximos. Y no es ni por aburrimiento, ni por ser cotillas ni nada parecido, es sólo que nos distrae saber cosas de los demás. Pero no de cualquiera, ojo: de los conocidos de vista o de los conocidos de oídas. Esos si que dan para rato.
A mi me encanta escuchar conversaciones ajenas. Me encanta y me parece una actividad altamente relajante. Escuchar la conversación de la mesa de al lado en un restaurante o en una terraza me distrae. Y si para oir bien tengo que disimular y marcarme un papelón haciendo como que leo o como que escucho música, lo hago. ¿Son famosos? No. ¿Los conozco de algo? En absoluto. ¿Me interesa su vida? Pues no, a priori no... pero ¡qué rabia da cuando se van antes que tu y te pierdes el desenlace de la conversación! Iishh!
De toda la vida que en casa nos habría encantado saber como tienen el piso el resto de vecinos. Me juego un huevo a que esto es algo que comparte un gran porcentaje de familias del mundo. Es inevitable peguntarse ¿cómo tendrá la casa ése? Te encantaría saber cómo tiene puesto el recibidor el rancio del cuarto primera, que nunca te saluda cuando te ve en la escalera y al que detestas sin conocer. O cómo le ha quedado el baño al cabrón que nos ha tenido tres meses con obras y polvillo blanco por todas partes. Por curiosidad solamente. Y no contentos con desear saber, hacemos algo mejor: especular. ''¿A qué se dedicará el del entresuelo que tiene esos horarios tan raros? No sé, tú, pero no hay semana que salga a la misma hora y me lo encuentro tanto cuando voy como cuando vuelvo... más raro... Este tiene un puti-club, te lo digo yo! ¿Qué dices un puticlub... y tú como lo sabes? No sé, pero tiene toda la pinta... ''. ¡Hala! Ya está, con esto ya tenemos para una horita buena de charla sin fundamento ni nada. Ni falta que nos hace, porque nos interesamos por estas cosas por mero deporte. Como mucho, la próxima vez que te lo encuentres en la escalera, le mirarás con detenimiento, a ver si escudriñándolo sacas alguna pista o algún dato que le delate y confirme tu teoría. Y ya está, hasta ahí llega el cotilleo este de pacotilla. Pero... ¿y lo bien que te lo has pasado imaginando la vida de tus vecinos? Esto la tele no te lo da.

Cuando voy al médico, sea del tipo que sea, como las revistas generalmente dan pereza de leer o son más antiguas que los walkmans, fantaseo y pienso: ''¿a qué vendrá ese del del bigote? Uiii, ese está jodido, jodido ¿eh? Y la señora de al lado... ésta fijo que viene de postoperatorio, porque se la ve cascada. ¿A qué medico vendrán, si aquí solo hay traumatólogos y este tiene el ojo vendado? igual es que viene acompañando al chico...'' Y así paso las horas de sala de espera, fantaseando y controlando el impulso de levantarme y preguntarle: ¿perdone, usted qué tiene? ¿A qué viene? ¿Es revisión, le quitan los puntos, qué le pasa? Lo curioso es que cuando salgo de la consulta se me pasa la curiosidad, con lo que concluyo: sólo me interesaban porque los tuve cerca un rato. Ya ves tú.

Aunque la cota máxima de share en lo que a ''la vida de los demás'' se refiere yo creo que se da en la playa. ¿Quién no ha intentado dormir en la playa y no ha podido porque era absolutamente imposible dejar de escuchar la conversación de las señoras de al lado? ¡Eso es una tentación mayúscula! Las señoras de playa son lo más porque, además de hablar sin contención ni discreción, están muuuuy cerca tuyo, y claro, lo ponen a huevo.
Hay que saber elegir el mejor momento para escuchar, eso sí. Quienes saben de qué hablo, sabrán también que las señoras de la playa normalmente aprovechan para hablar cuando echan a sus respectivos: '' véte un rato a andar por la orilla, Julián, que te va a ir muy bien para las varices'' , o ''hala sí, iros al chiringuito y traernos un Bitter Kas, anda, que estamos secas y de paso os distraéis''. El uso de estas estrategias expulsamaridos es la señal que uno tiene que reconocer para, en ese momento, ponerse a escuchar. Porque es cuando están solas, cuando cotillean y hablan de gente que tú no conoces y que te la traen al pairo, pero coño...¡cómo engancha!: ''Pues se conoce que no está muy fina la pareja, por lo visto hace ya meses que él se ha ido de casa y ella no lo quiere ni ver. ¿Esta es la pequeña de la Consuelo de la portería? Nooo, esta es la mediana, la del marido peluquero, que por eso están mal, por la peluquería, porque las obras las pagó todas ella, porque se comenta que a él le van las maquinitas y no tenía un duro...Y luego mira, si te he visto no me acuerdo...seh, seh seh...Que poca vergüenza, desde luego que sí... Pues si,tú, ya ves, hija, que plan tenemos...''
No sabes una mierda ni del peluquero, ni de la señora Consuelo de la portería ni nada, pero da igual, porque estás ahí con toda tu atención puesta, loco por saber más y disimulando. Mal, pero disimulando. Y mira si somos curiosos, que no tenemos bastante con oír a las señoras , que tenemos que aprovechar que nos damos la vuelta en la toalla para mirarlas!! Porque sí, hay que mirarlas, es imposible resistirse. ¿Por qué? Porque todos queremos saber qué cara hacen estas dos grandes entertainers de la playa. Y no es por cotillear, ni por ser chafarderos o por usar esa información. Es sólo que las tenemos ahí, a las dos, juntas y cerca. Cómo no mirar...
Aunque sean desconocidos, aunque la conversación sea absurda y aunque no me interese el tema más allá de lo que dura mi presencia ahí, tengo que reconocerlo: me encanta escuchar conversaciones ajenas. Señoras y señores bienvenidos a confesiones.


2 comentarios:

  1. Tots som una mica "voyeurs" de la vida! :-)

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  2. A vegades expliques certes situacions d'una manera que descrius perfectament l'Espanya de la pandereta que em pensava que havíem deixat enrera amb les pelis de l'Alfredo Landa o el TBO de la calle Rue del Percebe. Però hi ha certs indrets on el temps s'ha congelat i les coses encara passen exactament així... seh, seh, seh ;-P

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