martes, 23 de agosto de 2011

Dime cómo hablas...

Tengo una costumbre que me entretiene horas y horas y que consiste en preguntarme cosas aparentemente absurdas. No lo puedo evitar. Aunque con la llegada de internet a los móviles mi calidad de vida ha mejorado mucho y puedo solucionar al momento un 60% de las dudas que me asaltan, San Google aún no tiene respuesta para todas ellas.
Me pregunto, por ejemplo, dudas como ¿en qué momento las balas de paja del campo pasaron a ser redondas en lugar de cuadradas? ¿Lo decidió un señor? ¿hay una moda al respecto? ¿es por qué son más fáciles de almacenar con esa forma? ¿alguien más se ha fijado? Y así como ésta sería una incógnita relativamente fácil de despejar, por más que lo intento no encuentro respuesta a mi duda de hoy: ¿en qué momento nos volvimos tan cabrones hablando?
Hoy me he parado a pensar en lo curioso del lenguaje y en que, sorpendente y lamentablemente, algunos adjetivos se han convertido en algo más que simples palabras para describir algo. Me preguntaba cuando se decidió que una palabra, un adjetivo, tuviese una connotación sexista, por ejemplo. Pongamos por caso la palabra ''golfo'' que a parte de ser un accidente geográfico se dice de alguien que es ''pillo o sinvergüenza'' (según la R.A.E, si, cada uno con sus obsesiones). En el caso masculino es un calificativo que, al decirse, contiene siempre un matiz que lo relaciona con algo travieso e incluso gracioso. ''Es más golfo... ay si...qué tío''. Pasadlo a femenino y verás tu qué gracia. En este instante es cuando yo me pregunto ¿en qué momento algún imbécil decidió que, al decirse en femenino, la persona designada como ''golfa'' saliera perdiendo tanto? ¿por qué una golfa no es también traviesa y pillina y se convierte automáticamente en sinónimo de ''prostituta''? Lo peor del caso es que esta connotación peyorativa en su versión femenina no es sólo cuestión de uso social del término, sino que, para más cojones, está aceptada así en la R.A.E. Según estos señores con butacas señaladas con letras (no deben ser muy listos si necesitan que les marquen la silla para encontrar su sitio en sus reuniones) golfo, en femenino, significa prostituta, pero en masculino no significa prostituto. ¿Por qué? Aparte de andar jodiendo al personal cambiando la ce hache por che y la y griega por ye, ¿piensan hacer algo respecto al sexismo? Es injusto, y me toca mucho el ciruelo que siempre se trate mal a la misma parte.
Mi cabreo sobre el lenguaje y su mal uso va in crescendo cuando pienso en otras injusticias que se cometen a diario, en este caso con el tono que se les pone a algunas palabras. Ahora me refiero a los adjetivos gordo y delgado, que van siempre teñidos de crueldad y compasión respectivamente. No se comenta con el mismo tono el engorde de una persona que el adelgace de la misma. El primer caso se plantea siempre con mala folla y desprecio o burla: ''¡haalaaaa, cómo se ha puesto... como un ceporro!'' ''¡Uuuuuhhh madre mía, qué de quilos que se ha echado encima...!'' o ''No veas el tonel, es más fácil saltarlo que rodearlo''. Lo contrario pasa con la delgadez, que se comenta siempre con el tono contrario, más próximo a la delicadeza y a la compasión: ''ay mira como se ha quedado de delgada, angelito'' o ''Uy, se ha quedado en los huesecicos, el pobre...''. Esto es así en un 90% de los casos. Se compadece al delgado cuando, por otro lado, se hace apología de las dietas, la delgadez y las tallas pequeñas a cada segundo y en cualquier medio; y se raja al gordo sin tener en cuenta que, si hacemos caso a esta manía por adelagazar, se les tendría que tener el mismo respeto y consideración. A no ser que la gordura sea extrema, como la obesidad mórbida por ejemplo, la compasión en la gordura nunca aflora porque si estás gordo es por dejadez y por guarro. Todas aquellas personas a quien se les desajusta la tiroides, que tienen una constitución concreta o, simplemente, aquellas personas a quienes les encanta comer y se permiten el capricho de hacerlo sin más, dejan automáticamente de tener derecho al buen trato. ¿En qué momento se decidió que estar gordo o engordar era sinónimo de ''a por él''? Si según los valores con que se nos machaca, si delgadez=éxito, ¿por qué no tratar con más tacto al grueso en lugar de lincharlo? Esto no está bien.
Me sulfuro y me preocupa lo peligroso de la cuestión, porque el lenguaje es un claro indicador del pensamiento y es el vehículo a través del cual se fija y se transmite, por lo que estas expresiones tan asumidas y tan corrientes son un reflejo nítido de lo mezquinos que nos hemos vuelto. Si hablamos y pensamos automáticamente con esta crueldad no es de extrañar que, a no ser que sea una aberración aprobada por todos como tal, no nos alarmemos como deberíamos con la cantidad de carga extra que añadimos al lenguaje porque, de tan sutil y de tan frecuente, ni la vemos. Esto pasa, por ejemplo, con los adjetivos tímido y creído, que no se usan solamente cuando el calificado lo es, sino que van en función del físico de la persona que ostenta el título. Si una persona guapa es tímida y habla poco, ¡ja! está perdida, porque automáticamente será una creída de mierda' a ojos de los demás. ¿Por qué? Porque no se puede ser tímido y guapo, porque si eres guapo y te apabullan un poco los desconocidos, eres un gilipollas creído y estúpido. En cambio, si una persona fea es tímida ¿qué? Pues eso, que es tímida y punto, pobreta, porque creída no puede ser. Y ya está, primera impresión no superada, comprobación omitida y juicio celebrado. Chimpúm.
Y dígame, Sr. Google ¿cuándo fue que nos volvimos tan crueles?

2 comentarios:

  1. Jejejejeje mi parrafeadora querida, pero que bien te expresas! tu y las letras teneis una relacion de amor odio...bienvenida sea tu parrafada! :D

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  2. Cuanta razón y qué acertados los ejemplos... esto va pal muro del tiron!Me ha encantaoo!! Jajajaja un besote cari y sigue así ;)
    ISA

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