domingo, 27 de febrero de 2011

El precio justo

La R.A.E define el ''valor'' como el ''Alcance de la significación o importancia de una cosa, acción, palabra o frase'', pero no dice nada sobre cómo esa significación varía en función de ''la cosa valorada'' y de las circunstancias en que se haga.
El valor de las cosas aumenta cuanto más escasea la susodicha. Lo que vendría a ser la ley de la oferta y la demanda, vaya. Cuanto menos hay de algo, más valor tiene para las personas. Eso pasa, por ejemplo, con la comida en algunos países. Como hay poca, cuando sí que hay es un festival y tiene un valor incalculable. Tanto, que la idea que mañana puede que no haya, estresa a quienes lo sufren y les lleva a empacharse el día que sí tienen, para que el hambre de mañana parezca menos. Lógico que pase esto, con un bien de primera necesidad como es la comida.
Lo que me sorprende es que pase lo mismo ahora con, por ejemplo, las parejas o los trabajos. Nada como que algo parezca difícil de conseguir para, primero, darle un valor desproporcionado y, segundo, volverse loco y vivir la experiencia con miedo a que se acabe. Así, pasa lo que pasa: que cuando uno tiene un conato de relación, se vuelve imbécil y sufre como un loco por miedo a que se acabe. Malvive los momentos en que ''uiiiiii, ha tardado 4 horas en contestarme el mensaje... esto se está enfriando''; se vuelve irracional y se angustia primero y se cabrea después porque ''hace dos semanas estábamos bien pero desde el sábado que no se... ya empezamos con las rarezas!'' ; o desarrolla un sentido de la deducción paranoica insólito: ''!lo tengo comprobado! es entrar en Facebook y se desconecta del chat cuando me ve!'' y cosas por el estilo que, me juego medio huevo, que más de uno ha sufrido alguna vez.

Con los trabajos pasa algo parecido. Cuando tienes un curro, primero: parece que te lo hayan regalado por tus andares graciosos y segundo: pide perdón, da gracias y consérvalo porque has tenido suerte y te tiene que durar.
''Pues he hablado con Tal y se ve que le ha salido un trabajo que es un chollo'' ¿Le ''ha salido''? ¿Si? De dónde, me pregunto, yo. ¿Le ha salido de sus cojones? ¿Le ha salido de un callejón oscuro?¿Le ha salido como un golondrino? No, perdona, ha conseguido un trabajo. Porque de ''salir'' a ''conseguir'' va un trecho, que marca la diferencia entre algo que pasa por azar y algo que es la constatación de que cuando uno hace las cosas bien o vale tanto, tiene una recompensa.
¿Qué pasa? Que como no estamos acostumbrados a creernos merecedores de las cosas y como tu no intervienes en nada y te cae todo por la gracia de San Pancracio, todo parece una suerte... y cuidaaaaaaaaaaao, porque, además, tal como vino se puede ir! Que ya es el colmo del estrés. Con lo cual, más que haber conseguido un trabajo interesante o haber conocido a alguien que te gusta, como ahora escasean, parece que hayas encontrado el billete dorado de Willy Wonka. Algo excepcional, por el arte de la chamba y que hay que agarrar como si no hubiera mañana. Aunque lo asfixies o te ahogues tu de tanto apretar.

Todo esto me lleva a pensar que el valor es un concepto totalmente vacío que se le da a las cosas que no estamos acostumbrados a tener. En algunos países es comida, en nuestro entorno (o en el mío) en que no nos planteamos si mañana pasaremos hambre porque es inconcebible, los objetos de deseo son un trabajo y/o una pareja. Y ya está, ya tenemos las pepitas de oro que buscar febriles, como si aquello fuese lo mejor que te puede pasar en la vida. Cuando en realidad trabajar es sólo eso, una estafa y una actividad que hay hacer para pagar(se) cosas, y una pareja es, en resumen, una persona que te gusta, te aporta cosas y te hace sentir bien. Para ponerle más adornos y más drama, ya están Malú, el cine y las madres coraje de telecinco.
¿Y si diéramos a las cosas la cantidad de valor exacta, sin desmedidas? ¿Y si viviésemos dando por hecho que aún hay stock de ambas cosas y que, además, nos merecemos tenerlas? ¿Por qué no calcular el valor de una manera equilibrada, en lugar de crear tantas burbujas inmobiliarias, tecnológicas y de todo tipo? ¿Cambiaríamos así la ley del mercado y bajarían las acciones de estos dos artículos, dando así un respiro a los que no los tienen? Yo creo firmemente que sí.

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